Capítulo uno

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CAPITULO UNO.

Me gustan los pequeños detalles que hay en el diseño de una habitación, me gustan porque quien los creó no esperaba que alguien los note, sin embargo, yo lo hago, yo los noto y les doy la importancia que se merecen, como las florecillas pintadas con trazo delgado en la pared más amplia, son de color crema sobre un fondo neutro, nadie las ve, son irrelevantes para todos, pero para mí, desde que las encontré, son lo más precioso en toda la decoración.

Entonces observo mi rostro reflejado en el espejo y puedo ver a Sarang haciendo su trabajo, siguiendo la misma rutina de años en mi cabello para mantenerlo de esa manera abundante y brillante, ella trata de que no se note que se me está cayendo el pelo a mechones gruesos por el estrés que el trabajo produce en mí, como es usual, lo hace sonriendo y a veces respondiendo a mis ganas de conversar, esta no parece ser la Sarang de siempre pues mi musa está con la expresión llena de amargura y ojos vacíos concentrados en el producto que esparce por sus dedos.

—¿Puedo preguntar que te sucede?

—Nada.

—Oh, estamos agresivos esta mañana.

No me gusta estar insistiendo y jodiendo a los demás, menos a Sarang, por mucho que quiera enterarme de lo que le pasa, si no quiere decirlo, pues nadie la va a obligar, seguramente tiene que ver con su novio y la masa exasperante de problemas que acarrea él consigo.

Mm ¿Eso me hace alguien chismoso?

—¿Por qué no me dijiste que yo era la chica de Muse?

—¿Viste la entrevista? ¿Te gustó?

—Taehyung.

Busqué su mirada en el espejo.

—No era importante, sigue sin serlo. Fueron solo dos canciones que escribí en ese momento, no es relevante y cuando las escribí, no tenía idea de que volverías a mi vida de manera permanente— encogí los hombros y me mordí el labio inferior, controlando mis nervios— no sabía que terminarías como mi estilista.

Se mira preciosa tratando de retener sus ganas de encajarme la peinilla en el cuello y esa boina roja que trae puesta, definitivamente de toda la vida, aun cuando su cabello ya no está tintado de fantasía, sigue siendo la misma mujer hermosa que vi en concierto, aquellos días en los que definitivamente no era tan infeliz como ahora, porque cuando sonreía lo hacía por gusto y no porque tenía que dar la apariencia de dicha.

—Tal vez si me hubieras dicho...

Y eso me molesta, no me gusta escucharla decir cosas como un tal vez.

—Nada. Tienes novio y van a casarse, no somos amigos, trabajamos juntos y esa es la realidad actual, Sarang.— fue mi respuesta—No era mi obligación traer mi sentir a colación.

Rió con pesadez.

—¿No somos amigos?

—Yo no quiero y no puedo ser tu amigo cuando no te percibo como tal, sabes cuales son mis sentimientos y por respeto a ellos, a ti y a tu relación, prefiero no comentarlos— aclaré mi garganta— soy idiota, pero no tanto como para aferrarme a ti, no voy a lastimarme tontamente, menos voy a dejar que me lastimes tu a mí.

¡Y que mentira más grande!

Todos los días me lastimo y me lastima con solo verla o pensarla un segundo. Cuando vi a Sarang por primera vez, supe que de alguna manera sería constante en mi vida y tal vez tuve que haber sido más rápido, más valiente y arriesgarme a darle mi número esa noche de concierto, habría puesto la excusa de que deseaba agradecerle por haber ido esa noche pues su presencia inspiró a la letra de mis mejores canciones, Muse es un éxito y es toda por y para ella.

MUSE❝ kth Donde viven las historias. Descúbrelo ahora