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Los monstruos pueden hacerce de nacimiento o, como yo, pueden ser creados, algunos por prejuicios, etiquetas, rencor, miedo, amor, y luego estoy yo, creada por un rumor... por la puta sociedad.
Mi yo de 11 años lloraba desconsoladamente sentada en un escalón, ese sentimiento de culpa, las preguntas desgarradoras, el dolor, el sentirse discriminada, los murmullos, los rumores.
«La madre de Ariadna lo mató»
«Es una asesina»
«Cualquier día mata a sus hijos»
«Es una psicópata »
«Por eso su esposo la abandonó »
«Ariadna debe ser igual de psicópata »
«Deberían meterlas en la cárcel y un internado »
Y con cosas peores lidiaba —o lo intentaba — todos los días
No era suficiente cargar con el dolor de una muerte, de la muerte de un amigo, como para cargar con las sospechas de todo el pueblo al pensar que mi familia le había matado.
Marcos, el era mi mejor amigo; ¿entienden? Tal vez más que eso, era mi primer beso, el primer chico que me gustó. Y murió, murió desangrándose en mis manos. Murió sin querer hacerlo, sus palabras se rompían con el viento mientras se iba, se convertían en susurros, susurros que nunca se borraran de mi corazón.
«-No quiero morir - Decía llorando con un cuchillo enterrado en su estómago mientras soltaba sangre por todo el cuerpo - Quiero crecer contigo, te amo Ari- Y cerró sus ojos para nunca volver a abrirlos, para romperme en pedazos que con el paso de los años yo misma tuve que reconstruir »
Eramos solamente dos niños; ¿qué podíamos saber de amor? Pero tal vez el amor era eso, sentir que no debes estar en otro lado, haciendo otra cosa, con alguien más.
Pero; ¿luego que? ¿Que se supone que debes hacer cuando tu primer amor muere en tus brazos? ¿Cuando entró a su casa por orden de su padre y salió al punto de la muerte? ¿Cuando su padre lo mató y se encargó perfectamente de echarle la culpa a tu familia? ¿De tacharla de asesina?
Y fue duro... fue duro que sin pruebas tu madre haya estado siete años en prisión, que tu hermano menor de apenas cinco años y tu de once hayan pasado su infancia e adolescencia en un internado en el cual a la mínima te marcaban el cuerpo con un cinturón y te votaban la comida si tu comportamiento no era "adecuado", fue duro llorar noches completas de impotencia y rabia.
¿Pero saben que fue lo único bueno?
Que al crecer rodeada de golpes, de "no lo hagas" "hoy duermes en el sótano del imternado" "te quedaste sin comida por estúpida" "¿Quieres una pelota? Pues no hubieses sido una asesina" "¿Que se siente matar a alguien?" "Tengan cuidado viene la psicópata"
Pues que al final te lo crees, y te comienzas a convertir en la asesina que todo reclaman.
¿No querían una psicópata?
Pues aquí la tienen ...
Y comenzé a matar, a diestra y siniestra, por venganza y por desahogo, maté a todas y cada una de las personas que me sacaron una lágrima, la directora del internado, algunos chicos y chicas que me hicieron bulling, y el más importante y la mayor causa de todo... el padre de Marcos.
Todavía recuerdo sus palabras y promesas vacías mientras mi cuchillo salía y volvía a entrar lenta y dolorosamente en su anatomía, sus gritos de dolor, sus susurros pidiendo la muerte, las lágrimas que caían por su cara cuando la hoja hacía rose con su cuerpo y yo procedía a cortar pequeños trozos de este como si estuviera cortando jamón.
Era emocionante para mí acabar con la vida de personas vacías y podridas.
Pero hubo un momento en el que se me fue de las manos... matar pasó de ser algo momentáneo a una obsesión, mataba a todo tipo de ser humano, lo hacía por desahogo, por odio... por hobby. Y pasé de ser una "justiciera" a ser otro ser humano podrido para la sociedad, una sociópata.
Porque era así, había una gran diferencia entre lo que muchos creían que yo era una "psicópata" a ser una sociópata que es lo que en realidad era, alguien inestable emocionalmente, impulsiva ,capaz de sentir empatía pero ante todo una asesina.
¿Mi madre lo sabía?
Por supuesto, y más allá de impedirme algo solo me apoyaba; ¿saben? Eramos una familia de locos y sociópatas, pero concientes. Al final nos convertimos en el monstruo que todos pedían.
Recuerdo todas esas veces que por no lidiar con el asco y el dolor que me daba ser así —aunque yo misma no hiciera nada para cambiarlo— me terminaba hiriendo físicamente para concentrarme en un dolor diferente, pero que ni de lejos se acercaba a la magnitud de sentirte un parásito para el mundo.
Todas las veces que mi madre tomaba mi rostro entre sus manos y con lágrimas en sus ojos me decía «- No das asco Ari, no haz hecho nada malo, siempre serás mi orgullo mi niña.»
Y eso lo amaba de ella, nunca se guiaba por la sociedad, nunca me decía "haz esto, es lo correcto" porque lo correcto no es más que algo que una cierta cantidad de personas lo consideraban de esa forma; ¿pero y qué si yo no lo veía como tal?
Muchísimas veces no dormía luchando contra el miedo de ir a la cárcel, pero nunca he ido, todos tenemos un papel en el mundo; ¿no? Tal vez el mío es llevar a cabo lo que la policía no hace.
Pero no, llevar la justicia por uno mismo nunca será bueno, puede tener grandes consecuencias, por ejemplo, yo soy una de ellas..
Poco a poco y después de mucha terapia por parte de mi madre logré dejar de matar a personas inocentes y sin ningún motivo aparente por el cual merecieran la muerte, dejé de refugiarme en el "todos hemos hecho algo malo" para arrebatarle la vida a las personas.
Y no, no deje totalmente de matar, pero volví a hacerlo a quien se lo merecía... bueno, eso hasta el día en el que salí echa una fiera de la cafetería después de hablar con Julio y Aroon, ese día torturé a una chica hasta que murió, solo ese día, fue la excepción, y permítanme decirles que fue genial, ver la sangre caer al rededor de sus ojos en los cuales había un cuchillo encajado, escuchar sus súplicas en vano, aunque claro, no era un "angelito" totalmente, la chica estaba cerca de lo sociópata, o iba en ese camino.
No podía borrar de mi mente la imagen de ella matando y golpeando cruelmente a un perro; ¿ven? Al final del día soy una hija de puta pero solo con los humanos, no con un mísero ser indefenso.
En realidad mi mente era como un libro lleno de momentos asombrosos para mi, horrendos para cualquier otro, toda la sangre derramada por paredes que todavía recordaba perfectamente, mis risas mientras acaba con los días de vidas de muchísimos seres podridos, el cuchillo lleno de sangre deslizándose entre mis manos mientras que se preparaban para otra muerte.
Otra cosa que tampoco podía salir de mi cabeza era el asesino, me intrigaba, me llamaba la atención, me gustaba. Me atraía su mente retorcida, el peligro aparente, lo creativo que fue al encontrar esa manera tan histórica de matar, pero me asustaba; ¿Conocen esas relaciones amor/odio? Pues esta es Atracción/miedo.
La televisión decía que según la autopsia podrían estar tratando con un hombre, y ese hombre me encantaba, su mente retorcida, su poca empatía, su creatividad, me intrigaba, me intrigaba su manera de matar, su patrón, su manera lenta de tortura, me parecía asombroso, y quería descubrirlo, quería saber quien era el psicópata que se escondía detrás de todas esas muertes, que me amenazó, que cada día llamaba más mi atención y mi miedo, despertando en mi un volcán de sensaciones y sentimientos. Quería saber quien era el loco que tanto me gustaba...
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Cuando los ángeles lloran
Mystery / ThrillerLa muerte no es piadosa Es obsesiva... Es un juego que tiene como único requisito poner la carta más valiosa que tienes encima de la mesa, tu vida Para ganar solo tienes que entender algo No todos son ángeles y eso lo sabrás cuando tu alma se encuen...