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Miré el cielo destellar por los fuegos artificiales. En el exterior, cada vez que exhalaba salía un camino de vapor en el ambiente, cómo no, si recién había entrado el invierno. Y era mejor que estuviese dentro, pero ya estaba bastante aburrida de haber permanecido adentro todo el día. Lo mejor que pude encontrar para distraerme fue sentarme en el paso de las escaleras y mirar a la noche.

Era sábado treinta y uno de diciembre. Un año más. O, mejor dicho, un año menos.

Me distraje volviéndome a ver la pantalla del celular iluminarse al recibir una llamada. Era Alex. He de decir que me sorprendió un poco, porque hasta ese momento me había restringido de llamarle yo. No quería molestarlo mientras estuviese al otro lado del país con su familia.

—Hola —habló primero.

—Hola —respondí precitadamente, disimulando que, en el fondo, me alegraba saber de él. —¿Cómo va todo por allá?

—Bien. No ha habido grandes cambios.

—Feliz año. Sé que todavía no dan las doce allá, pero acá ya prácticamente es 2012 —dije, enredando un mechón de pelo entre mis dedos.

—¿Qué hiciste tú?

—Nada. Liliana salió por su cuenta y yo me quedé aquí. Sola.

Si lo decía así, sonaba un poco triste.

—Por lo que oigo tú sí que tienes algo de compañía por allá.

—Sí. Ha sido un poco lioso esto —respondió. Lejos de la línea se escuchaba el bullicio de fondo, que llevó a que diese un suspiro de paciencia para lo que sea que haya estado desde el otro lado de la llamada —. Tengo que irme. Apenas me dejan estar solo por un minuto.

—Está bien.

Era notorio notar a través de la llamada el contraste bien marcado en el ambiente gris entre el que cada uno vivía. A mí solo me quedaba permanecer ahí mismo como lo había hecho la última hora del año, y lo siguiente que podía hacer era volver a casa e irme a dormir. En el fondo odiaba admitir que sentía esas fechas decembrinas tan lejanas, tan poco familiares. Ya nunca parecían ser lo mismo. Nunca parecían ser nada.

—Este, por cierto, quería... hablar contigo.

—Pues ya estamos hablando —vacilé.

—No ahora. Cuando regrese.

—¿Por qué no ahora?

Otra vez el ruido de fondo. Aquello le convino para evadir mi pregunta.

—Feliz año también —dijo.

Y colgó.

Eso fue todo. Ni siquiera indagué.

Suspiré. Me quedé por un rato en el mismo lugar mirando al cielo ahora oscuro. Todavía tenía el celular en puño. Seguí sin comprender qué es lo que estaba pasando, pero elegí estar en paz y no pensar más en ello lo que me quedara de tiempo. Lo poco o mucho que pudiera alargarlo.

A veces me hacía falta. También odiaba admitir que podían pasar días en los que sentía a Alex tan lejano, tan poco familiar.

Decidí permanecer un rato más afuera. El frío ya no me calaba tanto. Tenía una sensación dentro de mí que era todavía más gélida.


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Ahora solo quedaba solo un fin de semana para iniciar el siguiente semestre. El sexto ya.

Nuestro destino [COMPLETA✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora