El reencuentro

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Entramos en la taberna por separado. Me quedé en una esquina al cobijo de la oscuridad, mientras que Gandalf había tomado asiento con el enano.

Hablaron durante largo rato, y yo permanecí esperando hasta que el mago me hizo una señal para que me acercara. Después de tantos años volvía a ver de nuevo el rostro del príncipe, que ahora sería rey. Tenía varias zonas canosas en su cabello, su rostro se había llenado de algunos pequeños surcos, sus manos estaban más sucias que de costumbre, sin embargo, sus ojos seguían siendo los mismos. Fieros, serios y tan azules como el agua del deshielo en primavera.

-Toma asiento._ me indicó Gandalf.

Me senté entre los dos hombres. El enano se me quedó mirando con desánimo.

-He aquí al décimo cuarto miembro de tu compañía.

-¿Cómo te llamas?

-Imli

Nada más decirlo, supe que había cometido un error. En verdad Imli era una mezcla de los nombres de mi padre y mi madre.

-Es su mote._ intervino Gandalf.

-Imli._ repitió Thorin._ ¿De dónde vienes?

-No tengo hogar fijo, mi señor, soy de un pueblo nómada que regenta las tierras del Oeste.

-¿Por qué debería dejar que formaras parte de mi compañía?

-Necesitáis un saqueador._ miré de refilón a Gandalf._ No hay nadie mejor que yo.

-Eso es cierto. He visto sus habilidades escabulléndose y lo silencioso que es. Sin duda harías bien aceptándolo.

Todo iba bien hasta que llego al tema que había estado temiendo durante todo ese tiempo.

-No._ dijo levantándose de la silla.

Sentí como me recorría un dolor agudo por el pecho.

-¡Tengo el mismo derecho que cualquier enano de tu compañía!.

Thorin que iba a marcharse se paró en seco, dejando ver su ancha espalda bañada por una cascada de su cabello negro con algunos mechones blancos.

-La compañía necesita a un decimocuarto miembro. Me dijiste que lo eligiera y así lo he hecho._ secundó Gandalf._ Confía en mí.

-La compañía no aceptaría a una mujer.

-Pocos son los voluntarios a arriesgar su vida por recuperar Erebor, mi querido Thorin. La gente todavía recuerda con temor el fuego... recuerdan a Smaug.

El rey se giró con el ceño fruncido. Hizo un gesto a Gandalf para hablar a solas. Durante unos minutos parecieron discutir

-No me hago cargo de lo que pueda pasarle.

Sus ojos se centraron en mí.

-Nadie, bajo ningún concepto, debe saber qué eres.

Se hizo un silencio sepulcral en el que el enano y yo nos quedamos mirando, escrutando el uno al otro, más allá de lo que podíamos ver a simple vista.

-Bienvenido a la compañía._ dijo mientras se marchaba.

Gandalf sonrió.

-No os decepcionaré, mi señor.

Thorin x Oc (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora