La mujer...

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(entramos en la casa de Bardo)

Nada más llegar a su casa nos prestó ropas con las que poder sentirnos calientes y descansar. Y aunque hubiera preferido otro atuendo, tuve que vestirme con uno de los vestidos de sus hijas, que recalcaban que era una mujer.

(les ofrece comida, ya por la noche los enanos se quedan en el salón)

De repente comencé a sentir escalofríos, Bardo, me dejó pasar la noche en una habitación que utilizaban de despensa donde podía dormir encima de un viejo colchón, algo más placentero que dormir sobre el suelo.

Un golpe seco sonó en el otro lado de la puerta, que se abrió lentamente. Se adentró y se quedó de pie mirándome. "¿Thorin?".

-¿Ocurre algo?._ dije cortarte.

-¿Sigues teniendo escalofríos?_ dijo serio.

Me sentí incómoda con la pregunta. Se aproximó y se arrodilló ante mí para tocarme la frente. Sin embargo, al posar su mano sentí que algo en él cambiaba. La expresión de su rostro, sus ojos delataban cierta preocupación.

Sin poder evitarlo saqué el tema con el que había estado pensando todo el día.

-¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué dijiste quién era a los demás? Ya no me quieren con ellos._ le miré con desprecio.

La fiebre volvió a mi cuerpo con más fuerza que antes. Lo sentía en la sien. Me levanté de la cama dejando la manta tirada en el suelo y salí de la casa, con lágrimas en los ojos. En cuanto sentí el aire en mi cara, comencé a correr sin pensar en la dirección. Hasta que tropecé con unas maderas que habían depositado al lado de un pequeño muelle. Caí dentro de las congeladas aguas y me dejé llevar.

Desperté en otra habitación diferente a la que había estado. Poco a poco me desperecé acordándome de lo que había sucedido anteriormente. Me recosté para ver por la ventana y le vi. Nuestras miradas se cruzaron y se sostuvieron largamente. Me levanté encarándole a lo que me respondió:

-Nos marcharemos en cuanto consigamos armas.

Me giré para ir a buscar mi ropa. Thorin me cogió por el brazo y me tiró en la cama de malas maneras.

-No puedes continuar con nosotros. No irás más lejos de la Ciudad del Lago.

-Gandalf me eligió como vuestro décimo cuarto miembro._ dije mientras me recomponía.

-Y yo te relevo de la compañía desde este preciso momento._ dijo marchándose.

La rabia comenzaba a acumularse en mi interior.

-¡Tengo el mismo derecho que vosotros para ir hasta Erebor y reclamar lo que es nuestro!

Se detuvo.

-Tienes toda la razón.

-Entonces, ¿por qué?_ exclamé.

-¿Quieres saber por qué?_ se giró._ Porque eres la mujer...

Golpeé el borde de la cama con ambas manos.

-¡Basta de decir que soy una mujer!.

Se aproximó.

-Eres la mujer de la que estoy enamorado._ me miró detenidamente._ Y no quiero volver a verte en peligro.

No daba crédito a sus palabras. Sentí como mi corazón se aceleraba peligrosamente, mis mejillas comenzaron a quemarme y mis ojos desprendían lágrimas sin cesar. Quería levantarme de la cama, ir hacia él y sentir sus brazos rodeándome. Su mirada color azul cristalino parecían un río tranquilo en el que me hundía lentamente. El enano sin esperar mi respuesta, dio media vuelta y se marchó cerrando la puerta.

Thorin x Oc (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora