Capítulo 4 - Una efímera vida de gloria

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Capítulo 4 - Una efímera vida de gloria

En este punto de su vida pasada, Jing Qi era un simple niño que perdió a su padre en una sola noche. En parte temeroso de su futuro desconocido y posiblemente sin un lugar donde establecerse, en parte con el corazón roto por su propio destino, el niño cayó gravemente enfermo debido a esos sentimientos acumulados; hasta el punto de que no pudo hacerse cargo de los Primeros Siete de su padre y se perdió la visita del Gran General.

Feng Yuanji y su padre habían sido amigos durante mucho tiempo, y como el primero no se tomaba demasiado en serio las costumbres, vino a presentar su respeto a pesar de que era la mitad de la noche. Su acción mostró un rastro de sinceridad pocas veces visto en un mundo lleno de engaños.

¿Quién hubiera pensado que en esta vida pudiera ver su rostro final antes de que abandonara la capital?

Ante sus preguntas, Jing Qi sonrió de repente.

–Soy el compañero de estudio[1] del Príncipe Heredero después de todo; y ahora que Su Alteza tiene la edad suficiente para involucrarse en asuntos judiciales, aunque no puedo estar allí directamente, he escuchado las noticias.

Feng Yuanji soltó una carcajada. Las palabras de Jing Qi habían logrado tocar sus preocupaciones, y en su rostro había indignación e ira, incapaces de ocultar.
Pero él era un individuo de voluntad fuerte, por lo que no quería mostrar esas emociones frente al niño pequeño. Volvió la cabeza para mirar el cielo oscuro fuera del pasillo. Después de un largo período de silencio, finalmente logró tomar el control de sus expresiones y su voz. Habló en voz baja, haciendo todo lo posible por mantener la calma:

–Incluso un niño como tú lo sabe, pero el que más necesita saber no lo sabe.

A medianoche, sentado frente al Rey,

Pero en lugar de preguntar por la gente, el Rey preguntó por los fantasmas. [2]

Jing Qi arqueó las cejas, pero antes de que pudiera decir algo, Feng Yuanji volteo la cabeza una vez más.

–Se supone que esas palabras no deben salir de mi boca, así que es mejor que finjas que nunca fueron pronunciadas en primer lugar.

En el pasillo, la luz de la vela blanca parpadeaba con la brisa y había un papel moneda medio quemado dentro del brasero. La expresión del joven pareció tomar prestada algo de calidez del fuego; se sentó en silencio con sus ojos oscuros y profundos, luciendo como si poseyera conocimiento de todo. Feng Yuanji no pudo evitar que su corazón se ablandara al mirarlo.

Veía a Jing Beiyuan como un medio sobrino, pero ahora que Jing Mingzhi había fallecido y sin saber si alguna vez podría volver con vida, solo podía ver una magnitud de soledad en el joven que actualmente estaba vestido con ropa fúnebre y sentado en este salón de duelo.

Debido a esto, suavizó su tono.

–Hay una rebelión armada en Nanjiang y el Emperador me ordenó derrotarla. Este viaje... me temo que será un viaje agotador. Por favor, cuídese cuando no esté aquí.

Luego de una pausa, seguía preocupado, por lo que lo agrego:

–Sé que siempre has sido cercano al Príncipe Heredero y él es una buena persona, pero...

Feng Yuanji podría no ser un erudito inteligente en los libros, pero había estado lidiando con asuntos judiciales durante décadas. No dijo el resto tras llegar a esa palabra, pero Jing Qi entendió lo que quiso decir; el Emperador actual parecía estar todavía en su día de heno, pero eso era solo una bonita capa de piel para cubrir las partes podridas del interior causadas por el exceso de indulgencia. No había ninguna garantía sobre quién sería el próximo gobernante de este país a menos que los tres príncipes hicieran la guerra entre sí; y este era el tipo de corrupción a la que el gran general Feng temía que el joven fuera arrastrado.

Lord Séptimo (Priest)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora