Capítulo 2 - Ningún lugar como el hogar

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Capítulo 2 - Ningún lugar como el hogar

Jing Qi sintió que el mundo se inclinaba sobre su eje. En la bruma, todo estaba tan claro como el cristal y desenfocado como si estuviera separado del resto del mundo por un velo. Su cuerpo estaba tan cansado que podría quedarse dormido en un abrir y cerrar de ojos

Recordó el rostro de Bai Wuchang de la última vez que lo vio; helado e inflexible, que no se diferenciaba de una tapadera; pero el dedo que había colocado entre sus cejas le había hecho sentir un calor indescriptible.

Las leyendas siempre dijeron que el camino al Manantial Amarillo o las Puertas del Infierno eran lugares llenos de energía yin, y las personas que estaban a punto de fallecer tenían que preparar una gruesa manta de algodón para llevarlas debajo. Jing Qi sabía que era porque los Oficiales Fantasma eran todos tan fríos como el hielo, tan fríos que podías sentirlo en el momento en que estaban alrededor de un perímetro de un metro.

No estaba seguro de lo que hizo Bai Wuchang, pero ahora que lo pensaba, la calidez del segador de almas que recibió, junto con sus palabras amables, tenía vagamente un sentido de finalidad.

Desorientado, penso: ¿Es esto realmente lo que necesitabas hacer?

Su conciencia una vez más se volvió confusa. No podía mantener los ojos abiertos, ni sabía cuánto tiempo había pasado antes de que pudiera sentir su cuerpo y sus extremidades. Según sus cálculos, realmente no lo había sentido durante unos sesenta años, por lo que cuando se despertó sobresaltado, una pesadez se apoderó de su cuerpo. Le dolía la cabeza como si le hubieran pinchado con agujas.

Los sonidos de la gente caminando de un lado a otro llegaban a sus oídos, los ruidos distantes en un momento y muy cercanos en otro. Alguien le abrió la boca y le hizo beber una medicina; debía ser un bruto, ya que la forma en que lo alimentaban era como la gente que alimentaba a un caballo. Su sentido del gusto se restableció de inmediato, el sabor amargo se disparó hasta la parte superior de su cabeza. Debido a un segundo de descuido, se atragantó con el líquido medicinal que se vertía en su garganta y comenzó a toser, provocando más conmoción.

Sin embargo, esa perturbación le dio algo de fuerza e intento abrir los ojos...

Con la visión borrosa, tuvo que esforzarse en parpadear unas cuantas veces hasta que se aclaró. En ese momento estaba en los brazos de un joven que le estaba dando medicinas, y cuando el otro lo vio ahogarse y abrir los ojos, rápidamente dejó el tazón de medicinas a un lado y empezó a darle palmaditas en la espalda mientras gritaba.

–Soliciten que venga el médico imperial, ahora. El Príncipe Menor se ha despertado.

Después de haber tenido un ataque de tos y luego haber recibido unas palmaditas no demasiado suaves de parte de este joven, Jing Qi pensó enojado: ¿Este niño fue enviado por su enemigo para torturarlo?

El jóven sollozó ruidosamente y lo miró.

–Amo, el príncipe sénior ya ha fallecido. Si a usted también le ocurre un accidente repentino, ¿en quién podremos depender?

Cuando Jing Qi pudo verlo bien a la cara, se quedó momentáneamente estupefacto.

Este es Ping An...

Ese era Ping An, comprado y traído por su Padre Príncipe a los seis años, quien lo había seguido toda su vida desde el nacimiento hasta la muerte. Sus ojos estaban actualmente enrojecidos y no parecía tener más de catorce años, todavía era solo un niño. Ping An estaba tratando de contener las lágrimas, con los ojos borrosos. Su ropa se veía demasiado grande en su cuerpo.

Lord Séptimo (Priest)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora