three | little psychopath

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ALESSIA ESTABA TENIENDO aquello que solía llamar un día de mierda. Comenzando por el hecho de que se había quedado dormida, luego, en cuanto despertó e intentó tomar una rápida ducha se dio cuenta de que no había agua caliente, por lo que una ducha fría había sido su única elección.

   No logró ir por su chocolate caliente matutino —a pesar de que aquella mañana prefería un café para recargar energías—, ya que de ir por el llegaría más tarde de lo previsto a sus clases.

   Luego estaba Santana, quien estaba siendo una completa malagradecida aún así cuando todo el Glee Club intentaba apoyarla en su proceso de aceptación a quien era realmente.

  Y por último estaba Kurt, quien iba 17 puntos por debajo Brittney en las elecciones presidenciales estudiantiles. Realmente sentía impotencia respecto a ello, Kurt necesitaba aquel registro académico si quería entrar a NYADA, y él realmente deseaba aquello. Brittany solo estaba jugando a algo más, porque la mayoría de las cosas en su vida no tenían seriedad absoluta.

   ¿Había dicho que aquello era lo último que jodia su día? Pues estaba equivocada. Había perdido su collar. El collar que su hermana le había dejado. Por si fuera poco le habían lanzado un sluchie por error. Sumamente genial.

   Oh, y le faltaba mencionar que poco más tarde aquel mismo día le había dado una gran paliza al tipo que insinuó poder volver normal a Santana. Se había metido en un gran lío por ello, pero sin dudas le pareció que valió la pena. Quizás hasta cierto punto había descargado el enojo que llevaba.

En ese momento de la tarde ya estaba en casa, acomodada en su sofá con la televisión encendida, sin embargo su cabeza ni siquiera se encontraba centrada en el programa que se desarrollaba en la pantalla. Por suerte —nótese la ironía en el pensamiento—, pronto logró escuchar como la puerta principal era prácticamente aporreada a golpes.

Rápidamente se colocó en pie, siguiendo el camino hasta la entrada y abriendo la puerta con un ceño fruncido en molestia implantado en su rostro.

—¡Oye! ¡Que demo...! ¿Santana? —inquirió confundida.

La pelinegra se encontraba de pie al otro lado de la puerta, estaba echa un desastre, su maquillaje estaba totalmente arruinado y sus ojos se encontraban hinchados por el claro llanto.

—¿Qué ocurre? —inquirió consternada con la situación, aún más al ver que ella se abalanzaba a abrazarla.

—Le dije a mi abuelita. Le dije quien soy... y ella me rechazó —Santana sollozó—. Me dijo que no quería verme más.

SECRET SONGS ─ Sebastian SmytheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora