Pov Christian.
Bufo molesto, odio estar resfriado, no debí volver debajo de la lluvia pero no podía quedarme más en casa de Elena, lo único bueno que saco de esta situación es que me puedo recuperar mejor de los golpes de mi espalda.
Despierto espantado por el tacto en mi cuello, al abrir los ojos me encuentro con los cálidos ojos de mi madre Grace, esos que desde el primer día me miraron con cariño.
─Hola cariño─ susurra tierna peinando un poco mi cabello─ me podrías soltar─ pide con calma, la miro confundido entonces me percato que la sujeto de la muñeca.
─Lo siento─ le digo apenado, soltandola.
─Tranquilo, no quería despertarte pero aún tienes un poco de fiebre, a este paso te perderas tus primeros días de clases─ me dice, intentó objetar pero un estornudo seguido por una tos lo evita─ nada de lo que puedas decir me hará cambiar de opinión, ¿tienes hambre?─ asiento─ bien ahora te subo de comer─ dice para después salir de mi habitación.
Gruño solo una vez, mi madre es muy sobreprotectora con sus hijos y hasta que no esté completamente segura que estoy bien no me dejará salir de la habitación, solo llevo dos días y lo siento como un mes.
Se supone que tendría una sesión de juegos con Elena hoy por el regreso a clases, pero se fue a la mierda, desde hace dos años soy su sumiso. Fue lo mejor que hice, ella me enseñó a controlarme, a que dejara de beber, y dejar las peleas, a cambio me recompensa con sexo, sexo duro y sádico pero es justo lo que necesito.
Un rato después mi madre me trae de comer seguido por mi alocada hermana menor Mia, nos avisa que tiene que ir al hospital por una emergencia y que volverá en dos horas máximo.
─¿Qué será ese ruido?─ pregunta Mia curiosa, ya ha pasado casi una hora, Mia para distraerme ofreció que juguemos, y nos pusimos a jugar cartas apostando dulces, los últimos tres juegos me los ha ganado.
Se baja de la cama y va a una de mis ventanas, la cual tiene dos, una da una pequeña vista del frente y la otra que está al frente de mi cama da a la casa vecina, no hay nadie viviendo en ella, pero creo haber escuchado a mis padres decir que tendremos nuevos vecinos, en fin esa ventana tiene una vista clara a un gran ventanal de una habitación vacía.
─Parece que ya tenemos vecinos─ dijo Mia mirando con curiosidad─ después sabremos quienes son, ahora seguiré derrotandote─ dice engreída.
─¿Así?, veamos si tu suerte sigue hermanita─ le digo burlón, mi familia es la única que me hace reir, a pesar de no ser el mejor hijo o hermano siempre me han tratado con mucho cariño, aunque no sé los pueda expresar de la misma manera.
Seguimos jugando un rato más con el ruido de la mudanza de fondo.
─En tu cara hermano─ me muestra una flor corrida de diamantes y comienza a recoger los dulces.
─Quieta hermanita─ la detengo─ qué tal una flor imperial─ le muestro con mi mejor sonrisa. Se cruza de brazos y hace un exagerado puchero.
─¿Qué hacen?─ nos pregunta mi padre desde la puerta.
─Jugamos poker, y Christian me está haciendo trampa─ dice Mia.
─Perdón, porque mejor no aceptas que gane, como buena perdedora que eres─ le digo y en su lugar me saca la lengua.
Mi papá solo niega divertido, él fue quien nos enseñó a jugar, a mi madre no le gusta mucho eso de apostar ni aunque sea solo en broma y las apuestas sean dulces, además que no sabe todos los dulces que tenemos ocultos.
─¿Cómo te sientes hijo?─ me pregunta preocupado.
─Bien, ya me quiero levantar de aquí─ me quejo.
─Sabes bien que tu madre no te dejará hacerlo hasta que la fiebre desaparezca por completo─ me dice y asiento de mala gana.
Mi papá se nos une, y jugamos un rato más hasta que mi madre llega y lo guardamos todo. Cuando me quedo solo en la habitación miró por la ventana que tengo enfrente, y en la habitación que hay del otro lado está llena de cajas y muebles regados por todos lados.
En la noche Mia pasa otro rato conmigo y miramos una peli hasta que se siente muy cansada y se va a su cuarto, miró distraído a mi alrededor sin una pisca de sueño, la luz de la casa del frente llama mi atención, desde mi posición puedo ver toda la habitación, lo único que han colocado es la cama, después todo lo demas esta en cajas.
El amplio ventanal que tiene la habitación da una gran vista del interior de esta, es como si estuviera dentro de esta. Una chica que parece de mi edad, aunque no lo puedo asegurar mucho por la distancia, entra a la habitación solo llevando unos Short oscuros, y una top blanco dejando ver su esbelta pero curvilínea figura, al ver la habitación suspira cansada y camina hasta una de las puerta, pero antes de entrar y perderla de vista, regresa y busca entre las caja, hasta que la veo sacar una toalla y entra por aquella puerta que ahora deduzco que es el baño.
Minutos después sale envuelta en aquella toalla que apenas le cubre los muslos, como quisiera estar más cerca, toma otra toalla más pequeña y seca el exceso de agua de su cabello, revisa cada una de las cajas hasta encontrar la que busca, cuando lo hace la abre y deja caer la toalla.
Tiene unos pechos redondos erguidos y pequeños, pero perfecto para su cuerpo, una cinturita estrecha y buenas caderas, hasta puedo distinguir desde aquí pequeño rastro de vello púbico, ¡Dios! es hermosa, y mi amigo entre mis piernas está más que de acuerdo conmigo.
Saca unas bragas, y las desliza por sus esbeltas piernas para después colocarse una blusa de tirantes que deja su ombligo al descubierto. Busca de nuevo entre las cajas y la veo sacar unas colchas y almohadas y colocarlas en la cama, para después acostarse y apagar la luz.
Ahora, ¿qué hago yo con esta erección?
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