13

1.2K 87 10
                                    

"Cortejo"

El alfa mayor observó el pescado que el otro le ofrecia.

La carne parecía realmente repugnante, diría que se trataba  de una extraña clase de trucha; el olor desprendiente del alimento era nauseabundo, y la presentación se asemejaba al adjetivo.

Extendió su vista al alfa rubio arrodillado frente a él, ofreciéndole aquella comida.

Jack se arrodilló en la tierra de aquel bosque y juró que, si no fuese porque Gustabo estaba en su forma humana tal como él lo estaba, movería su cola lobuna de lado a lado con alegría por verlo acercarse a su regalo.

Jack se vio raramente enternecido ante la paciente expectación del otro, sus ojos azules se mantenían con una paciencia terca en los de Conway, observando sus facciones y las posibles respuestas a su ofrenda.

Al no captar movimiento alguno luego de un tiempo, el alfa rubio frunció el ceño en confusión, dándole al animal muerto un toque con su nariz, empujandolo insistentemente en dirección a Jack.

—¿No te ha gustado el pescado? —inquirió con un atisbo de decepción.

—No, no es eso... —respondió apresuradamente Conway devolviendo la mirada azul que lo observaba.

«Es solo que se ve como una puta mierda »  pensó el más alto con una mueca.

Pero, el hecho era que después de todo, ésta era la primera caza que hacía Gustabo, la primera en toda su vida.

«Y ha elegido ofrecermela a mí»  pensó con un lejano sentido del orgullo.
Este alfa amaba la atención del chico, su chico, y amaba aún más cuando intentaba ganarse su admiración.

Pues, era así como Gustabo, alfa de segundo grado, había cazado por primera vez en su vida y había decidido darle su presa, (aunque no de apariencia sabrosa, ganada con trabajo honesto), al que era su instructor como tambien el Alfa Líder de su manada.

Jack suspiró e, inclinándose frente a su alumno, hincó sus colmillos en el pescado, introduciendo la asquerosa comida a la boca y desgarrandola en unos segundos con sus desarrollados incisivos.

Porque, al fin y al cabo, la sonrisa de suficiencia y orgullo del alfa rubio, incitó al alfa mayor a sonreir él mismo con la compasiva dulzura con la que pocas veces lo hacía.
Y porque ninguno quería indagar en el porqué el alfa de Gustabo quiso dar una ofrenda típica de cortejo a, no tan solo un alfa macho, si no que también al Alfa Líder, en lugar de a una fértil omega hembra.

Y, tampoco querían preguntarse, el porqué el alfa de Jack se sintió tan complacido por las atenciones, claramente de cortejo inconsciente, del menor.

Intenabo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora