Capítulo 78 - A pasos agigantados

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Capítulo 78

Augusto

"A pasos agigantados"

La promoción de un renacido es invaluable. Emprendo mi camino al cielo abriendo mi propio bufete de abogados. La reacción es inmediata, todos quieren asociarse con el hombre que le quitó la máscara a la corrupción. Me doy el tupe de escoger a los mejores, porque los mejores se pelean por estar a mi lado. Como el éxito es efímero y circunstancial cuando el hogar esta vacío, hago caso a Eleazar, llamo a Brenda y le ruego que regrese.

Mi esposa afloja la cuerda dos meses después de la primera comunicación. Sin embargo es notorio que la mujer que se baja de aquel avión proveniente de tierras canadienses es por mucho distinta a la que se fue. Brenda de Corona ya no es una chica sumisa que se desvive por complacer a su pareja. Y me lo deja en claro apenas tocamos el piso conyugal.

En las sombras albergo con recelo el recuerdo de Elena Chang, mientras la vida transcurre con rapidez. Hace cinco meses esa mujer me marcó la mente. Hoy no consigo la paz que tanto ansío, a pesar de haberme sacado de encima el peso muerto de mi dudosa clientela. Procuro ser un mejor padre y un amante esposo, le muestro a la sociedad que estoy comprometido con la causa y hago actos de caridad y trabajos a destajo, todo por ganar una fama que aún no tengo.

Mientras mi padre y yo nos volvemos inseparables, a mi hermano le vamos perdiendo la pista de a poco. Se pierde los fines de semana y no cuenta sus andanzas. No dejo de sentir que le debo cada vez que estamos en el mismo sitio. Ya no es todo sonrisas, y sus metáforas cristianas se hacen incisivas y constantes.

-Disfruta de la calma antes de la guerra – Arroja después de colocar el vaso sobre la mesa. Eddy empuña con firmeza sus armas. No participa en las conversaciones, pero abre la boca para dejar acertijos difíciles de descifrar.

-Ya no estamos en guerra, Eddy. Tú te lo perdiste. No fuiste a verme...Te cuento que ganamos y el enemigo está preso – Yo creo que soy el rey del sarcasmo, y pronto mi hermano me demuestra lo contrario.

-No me refería a esa clase de enemigos – Sonríe y se aleja. Nunca aclara la duda. Esa es nuestra nueva dinámica. Así nos comportamos el uno con el otro.

-¿No notas muy cambiado a tu hermanito? – Me pregunta nuestro padre.

-Por fin está creciendo – Le digo, restando importancia – Debe ser que tiene mujer y ya no es virgen – De soslayo lo veo alejarse. Mi padre me reprocha la bromita y cambiamos nuevamente de tema.

Puedo fingir desinterés, es lo que mejor hago, actuar. No me fío de este espécimen extraño. Edgardo Corona tampoco es el de otros tiempos. Así que, por primera vez, recurro al enemigo de mi enemigo en asuntos que me conciernen de manera muy personal.

 Así que, por primera vez, recurro al enemigo de mi enemigo en asuntos que me conciernen de manera muy personal

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ENTRE LA ESPADA Y LA PAREDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora