No puedo explicar el asco que siento en estos momentos por mi persona, por lo que acabo de hacer hace unos segundos. Las personas se dejan llevar por el momento eso he escuchado y justo eso me acaba de pasar.
Tenía un plan y era sacar de mi vida a Oliver pero se acaba de ir a la basura, ya ni me reconozco, no sé qué me pasa ¿Por qué volví a caer en sus mentiras? ¿Acaso mi madre no me enseño que lo que está mal no hay que hacerlo? No lo sé... las lágrimas bajan por mis mejillas sin poder controlarlas, no me acerco a mis amigos ni les digo que me vOY cuando con la cabeza baja salgo de la casa. Todos están lo suficiente drogados y tomados para prestarme atención.
Camino por la solitaria calle pensando en todas las mentiras que me dijo "Me encantas" "No puedo sacarme de mi cabeza tus malditos gemidos" "muero por probarte" Puras palabras vacías... con un solo significado, le gusto pero no como quisiera. Solo le gusta lo único que le he ofrecido.
Mi cuerpo...
¡Maldita sea! ¿Quién soy? Pase de no tener sexo en mi vida a acostarme con alguien con novia ¿Qué diría mi madre? Me mataría, me insultaría y no es para menos, es lo que merezco.
No me detengo a mirar cuando escucho una puerta de un auto siendo cerrada al otro lado de la calle -¿Alaya?- levanto la mirara encontrándome con Justin, el chico del equipo contrario que escucho mis penas en la tarde. Lo miro y no sé porque mis ojos se llenan de nuevas lágrimas –Oye...- no termina cuando suelto un estúpido sollozo, en menos de cinco pasos esta frente a mi abrazándome –No sé qué te paso pero estarás bien- soba mi cabello, logrando que mi llanto empeore.
Dejo que me guie a su auto -¿A dónde te llevo?- suspiro tratando de encontrar mi voz.
-Las residencias de la ULA por favor.- me sorprendo de mi propia voz ronca, pero no digo nada más en el camino al igual que él, lo cual agradezco. Miro las calles de Mérida por la ventana intentando pensar en otra cosa pero mi mente no deja de recordarme todas las cosas que deje que Oliver me hiciera en ese baño.
Aprieto los ojos con fuerza.
En menos de diez minutos llegamos a la residencia donde no quiero ni mirarlo al saber cómo deben estar mis ojos y mis labios de hinchados por el llanto –Puedes contarme lo que sea, acuérdate que somos desconocidos que se pueden contar cualquier cosa- su voz llena el auto, dandome ese valor que necesitaba.
Suspiro y miro el edifico –Volvió a pasar, me deje llevar por sus palabras y volvimos a tener sexo... - sollozo, no por favor, no más llanto – Me siento pésimo porque a final de todo sé que él le pertenece a otra persona.
Me jala hacia él rodeándome los hombros con su brazo –Ay pequeña... No quedamos en que no tenías que sentirte mal por eso- niego enterrando la cara en su camisa.
-Es inevitable no sentir asco de mí, volví a caer en sus estúpidas mentiras, me deje llevar por el momento y aunque sentí que era sincero conmigo, que de verdad le gustaba. No es cierto, me estuvo evitando por toda una semana y apenas lo veo ¿Me acuesto con él? sinceramente no sé qué me pasa.
Me separo limpiándome las lágrimas –No deberías llorar por eso, a cualquiera le pasa.
-¿De verdad?- niega haciéndome reír.
-No me gusta verte llorar- admite- Y pienso que no deberías sentir asco de ti. Si, volviste acostarte con él pero eso no te hace menos mujer. Fuiste débil y sabes ¿por qué?- niego- Porque te gusta y si te soy sincero por lo que me cuentas, los dos siente una fuerte atracción sexual pero tú eres la única que debe parar eso, porque por lo que veo a él no le importa si está contigo o con otra al otro día- bajo la mirara, tiene razón- Tu eres la única que tiene el control para decidir si seguir con ese juego o lo paras de una vez antes que te pierdas a ti misma- lo miro- Eres fuerte Alaya, tu puedes decirle que NO en la cara.
ESTÁS LEYENDO
FEVER (+18) ©
RomanceEl amor es como la fiebre, brota y aumenta contra nuestra voluntad... Eso mismo le paso Alaya ¿quieres conocer su historia?