Ahora yo te amo a ti.

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Al salir de clases y terminar las prácticas, me acerqué a Yamaguchi.
Por dentro estaba ansioso, sin embargo, por fuera tenía la misma apariencia monótona y aburrida de día a día.

–Hey, Yamaguchi.–
–Tsukki... Tsukishima, hola...–
–¿Podemos hablar?.–
–¿Eh?, yo... supongo que está bien.–

Yamaguchi se notaba realmente incómodo y triste hablando conmigo. Yo no podía creer en aquella cara de decepción que él llevaba, pues nunca la había visto por su parte; era molesto que tuviera aquella mirada tan molesta mientras hacía una expresión triste. ¿A caso te burlas de mi, Yamaguchi?.

–Tsukishima, ¿de qué quieres hablar?, es tarde y debo irme.–
–Agh, sí, no te vayas aún.–
–Estoy aquí aún.–
–Vine a darte las gracias, y a decirte que ahora eres tú el que me gusta a mi.–

Pude notar aquél sonrojo que se hacía presente en el rostro ajeno, y al parecer éste se notó a sí mismo pues sacudió la cabeza y, frunciendo el ceño, habló.

–¿Uh?, ¿y esperas que te acepte?.–
–Tsk, claro que no.–
–Perfecto. Porque definitivamente no iba a aceptar a un idiota mentiroso como tú.–
–¿Qué?, Yamaguchi, disculpate.–
–¿Disculparme?, ¿por qué habría de hacerlo?, solo dije tu triste y gran verdad. Al menos en eso soy mejor que tú.–
–Basta, Tadashi, esto es demasiado incluso para mi.–
–Si es demasiado, no hubieras venido a buscarme en primer lugar.–
–Tienes razón, fue idiota de mi parte tratar de arreglar las cosas con un imbécil inmaduro y con cara pecosa como tú.–
–¿Cara pecosa?... Tú... no sabes cuándo callarte, Kei. Es mejor que me vaya.–
–No, Yamaguchi, yo...–
–Está bien, Tsukki, siempre a estado bien.–

A pesar de que el peliverde me había dado la espalda, pude notar que lloraba.
Quería disculparme, pero las palabras no salían de mi boca.

Yamaguchi salió del gimnasio y se marchó, ahora solo estaba yo.
Me sentía más solitario que de costumbre sin mi mejor amigo. Al parecer él era más importante en mi vida de lo que yo pensaba.
Que idiota soy, ¿no?.

En aquél momento de pensamientos, el entrenador se acercó, me dijo que debía irme, pues ya era tarde; yo accedí rápidamente pues estaba cansado a pesar de no haber practicado demasiado.

( . . . )

Estaba de camino a casa, sin embargo, me quedé un rato en un parque cercano escuchando música.
Quería distraerme de todos aquellos pensamientos sobre el peliverde, y tampoco quería ver a mi hermano, pues ya llevaba demasiado estrés desde antes.

Era tal mi molestia y distracción que me quedé fuera de casa hasta la noche, y no me di cuenta sino hasta que mamá me llamó.

Di un suspiro y caminé nuevamente hacia casa; al estar allí, lo primero que hice fue evitar a mi hermano.

–Estoy de regreso.–

Después de ello solo fui a mi habitación a tumbarme en la cama.
Me sentía impotente.

Seré idiota.
Me merezco todas las palabras de Yamaguchi, ¿por qué habría de sentirme mal?.
Solo era cuestión de pensarlo mejor, pero incluso eso me cansaba, así que decidí dormir sin más.

Ahora soy yo quien te ama, Yamaguchi Tadashi.

Lo siento, pero no te amo. ‹TsukiYama›Donde viven las historias. Descúbrelo ahora