Me rendí.

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Un nuevo día había llegado, el brillante sol iluminaba mi habitación por la mañana dejando aquél calor abrazador envolverme.

Después de mi rutina matutina, salí de casa camino a la escuela, y como era de esperarse, tomé camimo con Tsukki.

–Buenos días.– Dijo él con una sonrisa.–
–Ah, umh... Buenos días, Tsukki.–

Me limité a saludarlo mirando hacia el frente.
Sabía que si dirigía mi vista hacia él lloraría como se había hecho costumbre para mi.

El hecho de seguir amando a Tsukki y ser yo quien le mentía esta vez era devastador para mi.
No podía ni siquiera mirar a sus zapatos sin sentirme culpable.

–Yamaguchi, ¿quieres saltarte la escuela hoy?, me gustaría volver a salir con mi amigo.–

Y allí va de nuevo; aquella palabra me dolía en el alma como si me apuñalaran directamente en ella.
Pese a tanto tiempo, claramente no sería nada más que el mejor amigo de Tsukki para él.
Suspiré y asentí sonriendo de manera tenue; a pesar de no poder salir con Tsukki como una pareja, lo haría como su amigo, y no podía rechazar aquello después de tanto tiempo.

Volvió a sonreír, ésta vez mirándome, y lo sé porque lograba sentir su mirar sobre mi.
Que discreto.

–Pero yo... No podemos ir por allí con el uniforme escolar.–
–Ja-ja-ja. Tenía todo preparado, en el bolso llevo algunas prendas casuales, no te preocupes por ello.–

Tsukki acomodó sus gafas y yo sonreí; él siempre era tan astuto y sabía predecirme, así que no me sorprendí.
Al fin me había olvidado de la pequeña culpa y logré mirar al rubio; sus pequeños ojos detrás de sus anteojos brillaban más que nunca; allí supe que mi amor por él había crecido en lugar de disminuir hasta desaparecer.
Volvería a partir mi corazón, ¿cierto?.

( . . . )

Tras un rato caminando, llegamos a una estación de tren en la que entramos a los baños y nos pusimos los atuendos que Tsukki preparó.
Yo llevaba una camisa verde y un pantalón con tirantes, Tsukki llevaba un suéter de lana del mismo color de su cabello y unos jeans negros.
Al salir de los baños, el rubio me mostró un par de gorros de rana de color verde; él se puso uno y me entregó el otro.

–Gracias.– Dije sonriente.–

Me dispuse a colocarme aquél gorro, y al mirar al frente de nuevo, el tren ya estaba aquí.

( . . . )

No sabía en dónde estábamos, sin embargo, Tsukki parecía ansioso por algo; se le veía tierno.

Al mirar nuevamente al rubio, él se había detenido bajo un árbol.
Me acerqué a él y toqué su hombro con gentileza.

–¿Tsukki?... ¿qué sucede?.–
–Yamaguchi... Quiero pedirte disculpas por decirte que te amaba cuando no era verdad.–

Este tema me era incómodo.

–¿Eh?... Tsukki, todo... todo está bien ahora.–
–No, no lo está. Yo realmente aprendí a amarte esta vez, pero el problema es que tú aprendiste a dejar de amarme a mi.–
–...Yo...–

Negué con lentitud; me alegraba saber que él me amaba ahora, y lograba notar que esta vez era sincero, pero no quería arriesgar de nuevo a mi corazón que recientemente había logrado restauratse, al menos la mitad de él.

–Te equivocas, Tsukki, yo nunca dejé de amarte, al contrario te amo más cada día, solo...me rendí.–

Y así rompí en llanto una vez más frente a Tsukki...
Soy un llorón y un debilucho, ¿no es así?...

Me rendí, pero lo hice por mi.

Lo siento, pero no te amo. ‹TsukiYama›Donde viven las historias. Descúbrelo ahora