Camino por las calles con una botella de Wiski en su mano y un hombre que sostenía su cintura.
-No me tomes la cintura- le dijo a su pareja para que la sostuviera por los hombros.
Llegó a su decadente departamento y todo se volvió negro.
***
En la mañana se encontró desnuda entre las sábanas y con una nota en su puerta.
Eres genial, Llámame.
Tomo en papel y lo tiró por algún rincón de la estancia.
Lavó su cuerpo y acomodo su desastroso cabello.
Se miro en el espejo y lloró.
Lloró y lloró todo lo que su cuerpo le permitió. Las lágrimas caían sin parar y los sollozos hacían eco en aquel baño mientras que el vapor caliente de la ducha no se iba.
Se volvió a mirar al espejo y seco sus lágrimas.
-Eres fuerte- se dijo a sí misma, pero sabía, muy en el fondo, que era mentira.
