Caminó por las calles frías de la ciudad y entre los faroles de luces débiles.
Esa noche el sueño le fue imposible y lo único que se propuso hacer fue caminar hacia la banca a la que solía ir siempre que necesitaba pensar.
La soledad de la noche sólo aumento el dolor en su pecho y la necesidad de fumar el vigésimo cigarro de la noche.
Pero cuando estaba llegando vio una figura en aquella banca. Soltó un largo suspiro y se giró.
Alguien más había ocupado su lugar e irónicamente no era la primera vez.