El cálido colchón tirado a un costado del frío cuarto, le dio la bienvenida. Ningún cuerpo caliente la acompañaba, y su organismo entró el alerta.
Sus ojos se enfocaron y trataron de ver a través de la oscuridad de la estancia.
El silencio ensordecedor la aturdia. Y su cabeza no podía formar otra conclusión que no fuera la obvia...
El se había ido.
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