La nieve no le permitía caminar con soltura, y cada paso le costaba cada vez más.
Su apariencia.
Decrépita.
Destruida.
... Rendida.
Sus ojos apenas podían abrirse. Las sustancias en su sangre hacían que su cabeza no reaccionara.
Pero ahí, en su último y vago esfuerzo.
Levantó la mirada, y lo vio.