Ahí estaba el, en el mismo bar de todas las noches.
El cambio que había sufrido después de 10 años fue drástico.
Era aquel bar donde besaba a mujeres desconocidas para terminar entre sabanas y cuartos de hotel.
Ningún beso sabía igual, todos eran diferentes.
Pero nunca pudo volver a saborear el único par de labios que lograban hacer que su cabeza de vueltas.
El olvido se volvió una estupidez en ese momento.
El no podía olvidarla, y aunque quisiera jamás lo haría.
Porque ese par de labios agrietados, su dulce aliento y esa mirada vacía fueron un día el mundo para el.
Y aun con aquella bella mujer que estaba a su lado, el deseo con todo su ser que ella lo recordará así de fuerte.
