Capítulo 17: Ocultando las pizzas.

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Por la noche, a las 9:00pm, Alan se encuentra sentado en un sillón de la sala de su casa, está pensando en que es el encargado de llevar las pizzas al convivio y ya no lo dejan salir de casa, la cara que pondrá María Fátima cuando vea que no llegó, el dinero malgastado en las pizzas; mil ideas negativas pasan por la cabeza de Alan en ese momento acerca del día siguiente, no tiene excusa para ir al convivio o salir de casa, y si no va, no llevará la pizza y el convivio fracasará, en esos momentos, constantemente se pregunta "¿y ahora qué hago?" Y no encuentra respuesta. En ese instante, llaman a la puerta, Alan la abre y resulta que es Hilario, el de la pizzería, con dos cajas de pizza- ¡Alan! -exclama Hilario con gusto al verlo- ¡Hilario! ¿Qué se te ofrece? -pregunta Alan, a lo que Hilario le contesta -he venido aquí a dejar las pizzas que me encargaste hace cuatro horas- ¿tu pizzería no tiene repartidor? -pregunta Alan -teníamos uno, pero como no le he pagado desde hace tres meses, decidió renunciar, como soy el único de la pizzería que sabe andar en motocicleta, dejé a un cocinero a cargo de la pizzería eventualmente y yo mismo vine a traerte las pizzas -contesta Hilario, Alan pregunta- ¿cuánto es? -Hilario le contesta -trescientos por las dos- ¿Qué? ¿Ciento cincuenta pesos cada una? ¿Por qué tan caro? -pregunta Alan inconforme, Hilario inteligentemente le contesta -porque en estos tiempos, siglo veintiuno, dos mil diecisiete, todo está muy caro a causa del alto precio del petróleo -Alan continúa -sí, ya sé, esos del gobierno también se pasan, en unos años más, ya verás que venderán la gasolina a veinte pesos por litro, o más, no importa de cual, pero bueno, quejándome no gano nada, voy por el dinero -esto último alegra a Hilario, Alan entra a su casa, va a la caja del dinero, toma tres billetes de $100 cada uno, sale y se los da a Hilario, éste dice- ¿gustas agregar alguna propina? -sí, espérame poquito -contesta Alan, entra a su casa, toma una moneda de $10 y se la da a Hilario, éste la toma, la guarda y le da las pizzas a Alan, él las toma, y en ese momento, Hilario le ve su anillo mágico -bonito anillo, ¿cómo lo conseguiste? -pregunta Hilario, a lo que Alan le contesta -lo encontré enterrado en el bosque San Juan, con la ayuda de un detector de metales que tengo, lo encontré en el corazón de dicho bosque, y aunque bonito, no brilla ni hace nada, es solo un anillo más -Hilario exclama -quizás tengas razón, pero yo quisiera tener tu suerte de encontrar una joya gratis, aunque sea para venderla... bueno, ya me voy, necesito atender la pizzería por toda la noche- ¡qué mal! -dice Alan, Hilario contesta -lo sé, pero bueno, espero verte pronto -gracias, igualmente -responde Alan, Hilario se sube a su motocicleta y se va a la pizzería. Acto seguido, Alan cierra la puerta de su casa, va a su cuarto, mete las pizzas a una caja fuerte que tiene en su cuarto, la cierra, anota la contraseña en un cuaderno de la preparatoria y se queda pensando sobre la importante decisión que tomará al día siguiente por la tarde.

Alan y El Anillo Mágico De HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora