Capitulo XXIII: Las heridas siempre sanan.

745 81 6
                                    

Ya todo estaba mejorando. El dolor, seguía ahí, pero era mucho menos con cada día. Ese era el precio a pagar, supongo. El dolor es algo inevitable que prevalece al amor, y era correcto. No había razón para molestarse por eso, la vida seguía siendo buena.
En momentos como ese aprendes que los amigos valen más que un amor de verano. Y por ahora, eso era todo lo que iba a ser: un hermoso recuerdo. Pero almenos iba a ser uno que no me atormentara.

Sabía que en el futuro, cuando Asa y yo nos encontráramos de nuevo, ya no habría resentimiento. Eso esperaba.
Una noche me atreví a llamarlo, para poder terminar las cosas de la manera correcta.
Me invadió una sensación de arrepentimiento segundos antes de que alguien alzará el teléfono, pero entonces por fin contestó.

─Hola.- dije con la voz ahogada. Él no respondió por unos segundos, y luego, dijo sorprendido y con un tono adormilado:
─ ¿Liz?

─Solo quería decirte que lo siento. No intento remediar nada. Solo intento hacer lo correcto. Espero que puedas disculparme.
─Liz....-su voz se quebraba.- Liz yo...- parecía que no podía hablar.
─Un amigo me dijo que no importa cuánto estés enojado, nunca puedes llegar a odiar a las personas que amas. Y no quiero que me odies.
El no respondía, pero podía escuchar su respiración agitada a través del teléfono.
─Bueno, tengo que irme, ya es tarde aquí en California. Hasta luego.

─Adiós Liz.- dijo nostálgico y un poco triste.

Extrañamente me sentí aliviada, pues ya había dicho todo lo que había que decir. Todo iba a estar bien....Solo lo sabia

Falling SlowlyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora