Capítulo 9: Uraraka Ochako

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– Sólo estás balbuceando idioteces, vamos a descansar, ver a ese sabelotodo me dejó exhausto – espetó el cenizo apartándose del dragón que le hacía compañía – aunque tal vez no los mate a todos... dejaré a algunos para que siembren el miedo en las generaciones futuras – aquel comentario hizo sonreír al pelirrojo que le siguió corriendo hasta darle alcance y caminar a su lado hacia un destino incierto

Por otro lado, el peliverde había corrido en busca de sus amigos para darles aviso de la locación y estado de su amigo – Tiene un dragón, y por si fuera poco, se siente el rey de todos ellos, esto será más difícil de lo que imaginaba

– Ya veo – musitó Todoroki colocando su diestra en su mentón para meditar un poco el asunto – no tenemos de otra más que lograr quitarle la propiedad del dragón, sólo así podría entrar en razón – todo el grupo se quedó mirando a su líder tratando de entender el plan que éste proponía

– Si me permite decirlo, no creo que sea conveniente o siquiera posible, según las leyes del Consejo Mágico... – la única chica del grupo fue interrumpida sin previo aviso por el heterocromático

– Estoy consciente de ello y si no mal recuerdo, se debe ganar una batalla mano a mano contra la bestia para poder denominarla propiedad, de acuerdo con lo que nos comunicó Midoriya, Bakugo ya lo ha hecho, así que debemos hacer lo mismo para contrarrestar su dominio

– Sí pero... sólo lograríamos poner en juego al dragón, y éste es quien elige al amo digno de su poder

– Entonces quedas a cargo de ello, aman a las dulces doncellas por lo que no sería problema para ti – la chica únicamente asintió con la cabeza tratando de disipar el montón de ideas negativas que rondaban su mente; el resto de la tarde la pasaron buscando la manera de seguir el rastro de su objetivo – Tsk – chasqueó el heterocromático alertando al peliverde que caminaba a su lado

– ¿Está todo bien? – el atardecer y sus colores pintaban el paisaje a su alrededor oscureciéndose a cada paso que daban, en pocos minutos el cielo nocturno sería el cómplice de la búsqueda y los viajeros debían prepararse para pasar la noche

– Algo se siente diferente – carraspeó apretando su pecho con su zurda, algo en él le oprimía con fuerza causándole dolor y malestar – acamparemos aquí, no creo poder seguir avanzando por mucho en este estado – el pequeño grupo acató la orden de su superior, excepto por Midoriya, quién trataba animadamente de buscar la solución a los pesares de su compañero

– No parece haber nada similar a tu situación – murmuró mientras buscaba algo de utilidad entre las hojas pergamino desgastadas y amarillentas de su vieja libreta de estudios, sin embargo, antes de que pudiese escuchar alguna respuesta de su contrario, éste se desplomó en el suelo – ¡Todoroki-kun!

El chico yacía con los ojos cerrados respirando tranquilamente mientras su pecho subía y bajaba en total calma, sus manos se teñían de negro al igual que la mitad blanca de su cabello, su piel se tornó blanquizca hasta el punto de ser preocupante y sus ojos, en cuanto los abrió, se mostraban negros y profundos como dos agujeros sin vida – ¡Su majestad! – Iida se aproximó tan pronto como sus sentidos se percataron del cambio, sin embargo, éste le detuvo con la mirada

– En los diversos escritos del castillo alguna vez leí que la verdadera naturaleza de un hombre aparece cuando está a punto de morir... nunca esperé que fuese tan literal – los ojos de todos yacían posados sobre el chico que parecía hablar incoherencias, la primera en actuar fue Ochako, quien examinó mágicamente al hombre de pies a cabeza para después esbozar un rostro horrorizado

– Demonio... – fue la única palabra que alcanzó a decir antes de que sus ojos se pusieran en blanco y se tumbara en el suelo de rodillas, aquella noche, Midoriya e Iida no durmieron tratando de encontrar la manera de ayudar a sus amigos

– ¡¿Viste cómo atrapé ese antílope sin usar mi forma mágica?! – el pelirrojo había estado pegado a Bakugo todo el día hasta hacerlo exasperar, por lo que al final habían decidido buscar algo de alimento, en un inicio ambos atraían criaturas sin magia y poco peligrosas para poder cazarlas, sin embargo, poco después Kirishima comenzó a llevar la delantera y molestó al cenizo, quien le retó a cazar una sola bestia sin usar su lado dragón, desafío que aceptó gustoso sólo para pasar horas y horas fracasando hasta lograr el éxito

– Sí, sí, lo que digas, no fue tan mediocre – aseveró mientras sonreía y asaba la carne del animal en cuestión para la cena

– Gracias a que tengo el mejor maestro de todos – se sonrió y el contrario apartó la mirada para dirigirla al fuego que ardía frente a sus ojos – ¿puedo hacerte una pregunta, Bakugo? – el cenizo asintió con la cabeza y le miró de reojo con cierto interés – ¿por qué me dejas quedarme a tu lado?, sé que dices que soy un arma y todo eso, pero sabes que no le haría daño a ninguna criatura dentro de este territorio, entonces no te sería muy útil para tus objetivos

– No te creas la gran cosa – alegó mirándole de frente – es sólo que no eres tan mala compañía, además, eres MI dragón, no podría dejarte abandonado en cualquier parte y esperar a que alguien más te tome

– ¡Imposible! – interrumpió el pelirrojo levantándose de su sitio mientras chocaba sus puños con fuerza – sólo le seré fiel a Bakugo, ningún otro ser humano en la Tierra podrá cambiar eso – aquel comentario tan entusiasta hizo reír al cazador

– Más te vale idiota, o de otro modo te asesinaré – afirmó entre carcajadas

– Es un trato – aseveró el chico extendiendo su mano para que fuese estrechada por el contrario, quien aceptó tal acción sin mucha resistencia

La mañana llegó y con ella nuevos problemas que atravesar, el grupo de viajeros estaba en su límite, la hechicera entre ellos había caído enferma después de examinar al joven príncipe que ahora no recordaba gran parte de lo que había sucedido aquella noche, según sus propias palabras, sentía como si hubiesen quemado su cuerpo hasta hacerlo estallar en una honesta y detestable realidad. Iida se encargaría de llevar a Uraraka de regreso a casa mientras que Midoriya se ocuparía de continuar con la misión junto a Todoroki, en un inicio esta idea había sido rechazada vivazmente por el caballero de brillante armadura, pero el heredero al trono insistió en hacerlo, quería respuestas y necesitaba permanecer en ese bosque para poder encontrarlas, mismo argumento que utilizó el peliverde para seguirle.

– No creo poder volver a este punto del bosque en los próximos días, así que si encuentran a Bakugo, asegúrense de que vuelva con ustedes – indicó el hombre antes de partir con la chica en brazos, la cual logró dirigirse al príncipe momentos antes de partir

– Cuidado con las esmeraldas, el fuego aparece al anochecer – balbuceaba la pobre chica sin ser tomada en cuenta por ninguno de los presentes, dejando una incógnita en la cabeza del líder de la misión

– Midoriya, andando, debemos estar cerca de él, no pudo haber ido demasiado lejos – ordenó antes de internarse nuevamente en el bosque siendo seguido de cerca por el hombrecillo de menor estatura

– Supongo que el plan de arrebatar el título del dragón quedó descartado – insinuó el peliverde

– Si... – un silencio extenso se posó sobre la joven pareja que caminaba sin rumbo aparente por entre la hierba y los inmensos árboles – debemos tratar con lo simple, si eso no funciona... tendremos que recurrir a la guardia real – el contrario pasó saliva en seco, llamar a la guardia era un encierro definitivo e indefinido para el cenizo, acción que se había buscado evitar desde el inicio de su jornada

– Te apuesto mi cena a que consigo hacerte cambiar de opinión antes de que anochezca – una voz alardeaba a la lejanía apenas audible logrando alertar a ambos aventureros para dirigirse a su origen

– ¡HAH!, eso quiero verlo Pelos de Mierda – se mofaba la voz reconocida instantáneamente por ambos chicos

El hechizo en tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora