Capítulo 11: Toga Himiko

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– Lo hiciste bien Todoroki-kun, lo hiciste excelente – el heterocromático había caído inconsciente después de aquel enfrentamiento – tardaron demasiado

– Lo sentimos niño pero tenemos mucho que planear, la guerra no se declara en un día – la mujer que anteriormente los hubiera atacado aparecía entre las sombras acompañada por el hombre que les hubiera entregado el brebaje que hubiera causado todo aquello

– No tenemos nada que explicarte, el amo está más que complacido con el obsequio que le hiciste llegar, aunque se pregunta cómo lograste someterlo

– Tengo mis métodos – afirmó el de ojos esmeralda mientras trataba de levantar al príncipe del suelo – supongo que esa herida es evidencia suficiente para que inicie el proceso

– Uh~ sangre, me gusta eso – alegó la bruja mientras sacaba un par de frascos de su vestido – si lo llevas malherido al castillo iniciarán la guerra y podremos drenar este bosque sin ser descubiertos, en cuanto a tu amigo...

– El efecto pasará en un par de días a menos que su cuerpo lo asimile por completo, de ser así no morirá pero deseará estarlo – evidenció el otro hombre ayudando al chico en su labor – llévalo de vuelta, no menciones nada sobre el dragón, ese es nuestro, inventa alguna historia y mantennos informados, el jefe estará feliz con tu desempeño

– Los veré luego entonces – el par se alejó del sitio perdiéndose entre la espesa arboleda

– ¿Realmente deberíamos confiar en él? – inquirió la mujer mientras jugueteaba con el frasco en sus manos

– Hasta ahora no ha hecho un mal trabajo, sin embargo, debemos mantenernos alerta, algo no me gusta – exclamó el chico sin mirarla de frente

– ¿Apoco no está lindo?, me parece un desperdicio, me gustaría probar su sangre... se ve que es realmente exquisita

– ¿Podrías controlarte un poco?, debemos informar a Shingaraki que ya encontramos su dragón, después tenemos que sembrar el odio en el pueblo

– Uh~ me gusta cómo suena eso

El sonido de algo siendo quemado le despertaron, sentía un fuerte dolor en la espalda y su cabeza daba vueltas, trató de incorporarse en cuanto tuvo consciencia de su estado y recordó el de Bakugo, sin embargo la mano del dueño de sus pensamientos le detuvieron – No te levantes idiota, te harás más daño, puede que en tu original forma no te duela pero siendo un hombre podrías morir – el cielo nocturno se alzaba sobre sus cabezas y las estrellas iluminaban el firmamento, la luz de la fogata les otorgaba calor y cocinaba los alimentos que comerían más tarde

– ¿Estás bien?, ¿qué fue lo que...

– Ese idiota trató de matarte pero falló, supongo que no esperaba que salieras volando, de todos modos ya limpié y traté la herida, sólo no hagas mucho esfuerzo – en todo el rato no había mirado al pelirrojo que yacía acostado sobre la tierra

– Gracias – musitó percatándose de la lejanía con la que el cenizo le hablaba, si no mal recordaba había hecho cosas que no planeaba hacer hasta no estar seguro de ser correspondido, se sentía culpable por el ambiente que se había creado entre ellos – Bakugo...

– Me iré en la mañana – soltó dejando sin habla a quien le acompañaba – terminaré con lo que vine a hacer y me marcharé

– Si fue por lo que dije...

– No te preocupes, entiendo que estás solo y es obvio que estás confundido, así que por favor, no hagas un escándalo de eso – se levantó de su lugar listo para alejarse de la escena, sin embargo fue detenido por una mano

El hechizo en tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora