CAPÍTULO XI

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El nerviosismo en el rostro de Arthit era evidente, la determinación de su novio le causaba escalofríos; miraba pasar cada árbol, cada señal mientras el taxi los acercaba a la residencia Suthiluck

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El nerviosismo en el rostro de Arthit era evidente, la determinación de su novio le causaba escalofríos; miraba pasar cada árbol, cada señal mientras el taxi los acercaba a la residencia Suthiluck. Estragos anudaban su cabeza, se preguntaba si aquello era lo correcto, si revelar la verdad no dañaría nuevamente la relación; el solo imaginar el escenario retorcía sus intestinos. El sol aún brillaba, pero unas cuantas estrellas le obligaban a retirarse, el coche se detuvo. La brisa les forzó a auto-arroparse con sus brazos hasta traspasar el umbral de la morada. «Salir corriendo como un desquiciado podría ser una opción», pensó Arthit.

—Kongphop, ¿estás seguro de esto? —susurró.

—Confía en mí, P'Arthit.

Los esposos Suthiluck descansaban en la sala. Después de saludar los jóvenes tomaron asiento frente a ellos. El momento les aterraba, pero Kongphop tuvo que armarse de valor para evitar que su amado colapsara sobre el sofá; los nervios le hacían sudar las manos y Arthit estaba a punto de un ataque.

—¿Qué sucede, hijo? Pareces inquieto esta tarde —preguntó Khun Krekkrai.

—Padre, yo...

La doméstica apareció para interrumpir; llevaba consigo un sobre sin remitente con la leyenda «Urgente. Khun Krekkrai». El hombre lo tomó y rompió la esquina para sacar la carta; corrió la vista sobre las letras y miró a su hijo, arrugó el papel y lo lanzó al suelo en total silencio tras ponerse de pie. La madre lo cogió para enterarse del contenido y la confusión pintó su cara. Ninguno de los dos pronunció palabra.

—¿Qué ocurre? ¿Por qué están tan serios?

Al no obtener respuesta, se acercó a la mujer y le arrebató el anónimo; su cara palideció al leer aquellas pocas líneas: «Khun Krekkrai, su hijo le ha estado viendo la cara. Sostiene una relación con otro hombre, el cual conoce muy bien, se trata de Khun Arthit». Sus piernas comenzaron a flaquear, su garganta quedó seca y el corazón lo amenazaba con saltarle del pecho.

—Kongphop, ¿lo que dice ese papel es una broma de mal gusto verdad? —preguntó tajante el hombre.

—Padre... yo... —Volvió el rostro hacia Arthit; no había marcha atrás— el anónimo no miente, sostengo una relación con P'Arthit desde hace cinco años y ahora estamos comprometidos.

—¿Qué? ¿Cómo que comprometidos? —La impresión lo sentó de golpe.

—Así es, padre. No es justo para nosotros seguir ocultando nuestro amor, no es un pecado amarnos.

—¿Te has vuelto loco, Kongphop? —Parecía no asimilar lo que pasaba—. ¿Una relación con otro hombre? ¿Sabes que rompes mi corazón en mil pedazos?

—Tú también rompes mi corazón, padre —Sus ojos comenzaron a enrojecerse—. Te amo y me duele que no puedas aceptar quien soy.

—Khun Arthit, ¿cómo has podido hacer esto? Confié en ti, puse a mi hijo en tus manos, ¿así es como me pagas?

SOTUS: DESTINY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora