CAPÍTULO XII

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Pasados los festejos de fin de año, una nueva celebración se encontraba a la vuelta de la esquina

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Pasados los festejos de fin de año, una nueva celebración se encontraba a la vuelta de la esquina. Desistir de las tradiciones familiares no era una opción para aquel par de novios; el apremio de someterse a los rituales que han sido utilizados por los parientes a lo largo de los siglos les volaba la cabeza, la presión era inmensa, pero debían cumplirlos al pie de la letra para unirse como una pareja formal ante la sociedad.

—P'Arthit lucirás muy lindo en vestido de novia...

—¡Si no cierras la boca voy a quedar viudo antes de casarme porque voy a matarte! —exclamó —Kongphop, todo esta idea de la boda... en realidad me asusta.

—También a mí, mi sol —Tomó su mano—, pero debemos someternos a la tradición para que nuestro amor sea bendecido.

Según la costumbre, la propuesta de matrimonio debe ser realizada por un mejor amigo del novio, pero con todas las amistades de este fuera de la ciudad se le confió la tarea a Tutah, quien viajó junto a la pareja hasta Prachinburi a mediados de semana para pedir la mano de Arthit. Estos no viajaron solos, pues la curiosidad empujó a Prem y Bright hacia el hostal, ya que perderse ese momento tan memorable no era una opción para sus almas con hambre de chisme.

—Arthit, ¿por qué nunca nos trajiste contigo? ¡Eres tan egoísta! —exclamó Tutah.

—Deja de quejarte, ya estás aquí.

—¿Qué tal si nos emborrachamos con el dinero de la dote? —dijo Prem.

—¡Excelente idea! —agregó Bright.

—¿De qué diablos hablan? ¡Si perdemos ese dinero el padre de Kongphop me matara!

—No vuelvas y listo —dijo Tutah, mofándose junto a los otros.

La petición se llevó a cabo por la noche, previo a tomar la merienda. Tutah se arrodilló ante Khun Neung para formalizar la solicitud con la dote en mano —cantidad de dinero que se ofrece como símbolo de la capacidad monetaria del novio—; luego, después de festejar la aceptación y atragantarse con el refrigerio, terminaron por emborracharse en el muelle a orillas del río. Con la llegada de la mañana un astrólogo se presentó para fijar la fecha de la boda; este, tras consultar la posición de las estrellas, marcó el catorce febrero como la fecha ideal para celebrar la ceremonia. El día señalado por los astros no pudo favorecerlos más y tuvieron que celebrarlo con una botella de sato, a pesar de la resaca aquejando sus neuronas y desafiando la prohibición de Arthit.

—¿Y todavía tienen el descaro de reclamar por excluirlos a venir? —Se quejó.

La estación seca estaba a punto de terminar con la llegada del mes de febrero. El amanecer del catorce despuntaba con el inicio de una celebración que podría alargarse hasta altas horas de la noche en la residencia Suthiluck. Con el alba en su cúspide, la primera parte de la ceremonia dio inicio; los prometidos se prepararon para ofrecer el tributo a los antepasados, depositando un lote de viandas en la casa de los espíritus —construcción pintoresca de madera en forma de casa—, lugar donde, según la creencia, habitan las almas de los antecesores que protegen a la familia.

SOTUS: DESTINY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora