CAPÍTULO V

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Muchas sonrisas joviales y casi inocentes podían contemplarse desde las bancas del campo; la energía que los adolescentes usaban para hacer sonar las porras se desbordaba entre gritos acompañados de silbidos y uno que otro lamento, ya que el marca...

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Muchas sonrisas joviales y casi inocentes podían contemplarse desde las bancas del campo; la energía que los adolescentes usaban para hacer sonar las porras se desbordaba entre gritos acompañados de silbidos y uno que otro lamento, ya que el marcador 2 – 4 daba la desventaja al equipo verde frente al equipo rojo. Arthit y Kongphop se acercaron para ver el partido de fútbol, minutos antes que el silbato diera por terminado el encuentro.

—¡Ah, qué recuerdos! —exclamó Arthit tras alargar un suspiro—. Kongphop, ¿ves a esos chicos y chicas jugar en el campo? Son de primer año y están en una actividad de novatadas.

—¿Novatadas? —El desconcierto pintó cada centímetro su cara.

—¡Ay, Kongphop! ¡Tienes tanto que recordar! —Echó el brazo sobre la espalda de su acompañante—. Es una lástima que tus ex compañeros no pudieran acompañarnos para ayudarte con todo este proceso, pero no importa, yo me encargaré que tu memoria vuelva en menos de lo canta un gallo. ¡Ven, demos un recorrido por las instalaciones! Las novatadas son una especie de...

La tarde de ese día martes comenzó a decaer y un resplandor amarillento surcó el firmamento hasta volverse casi invisible. Cada espacio que pisaban del campus narraba una anécdota, un suceso, un episodio vivido por ellos que el joven guía no dudó en exponer con tinte y lujo de detalles; sus pasos los llevaron hasta el gimnasio donde se organizaban las reuniones de primer año.

—Entonces, ¿aquí fue donde conocimos, Ai'Oon?

—Así es, Kongphop, ¡y no sabes el dolor de cabeza que fuiste para mí! —Su cara pareció haber olido una peste —. Eras tan malcriado, en verdad necesitabas unas cuantas nalgadas para hacerte comportar...

—¿Acaso tú... nalgueabas a los juniors? —interrumpió.

—¡Qué dices! —Pasó la mano sobre su rostro volteando los ojos—. Era solo un decir, aunque ganas de hacerlo contigo nunca me faltaron, me desafiabas a cada momento...

El final del recorrido los llevó hasta la sala de maestros, donde un hombre organizaba su escritorio y parecía buscar algo en el cubículo tras su mesa de trabajo; era la única alma que quedaba en ese salón. Los chicos entraron con sigilo y Arthit lo saludó con una incógnita que salpicaba la osadía en alta voz:

—¿Se le perdió algo, profesor Worapong?

—¡Santo Dios! —exclamó el individuo dándose la vuelta y sosteniéndose el pecho para no vomitar el corazón por el mismo—. ¡Arthit! ¡Kongphop! ¡Qué susto! —prosiguió mientras los jóvenes se mofaban con discreción—. Faltan unas papeletas del examen que los alumnos de primer año realizaron este día, deben estar por alguna parte —Sus ojos desvariaron hacia todos lados.

—Seguro están entre las papeletas de años superiores —dijo Arthit.

—Es posible, Arthit. Pero bien... eso puede esperar —les invito a tomar asiento—. Que sorpresa verlos por aquí, chicos. ¿Cómo va todo Kongphop? Arthit me habló sobre lo sucedido después del accidente.

SOTUS: DESTINY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora