CAPÍTULO VII

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Contiene Lime

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Contiene Lime.

El trillar de los grillos y el croac de las ranas se intensificaron como las ráfagas del viento. Arthit colocó la frazada sobre la espalda de su compañero y tomó asiento junto a él. Frotó sus manos un poco y sopló para calentarlas.

—Oye, Kongphop, ¿de qué hablaban mi padre y tú?

—¡Ah! Yo... nosotros... solo hablábamos de mi situación... —los nervios parecían delatarlo—. ¿No sientes frío? Yo sí, y mucho —dijo para sacarle la vuelta.

—¿Ocurre algo? Pareces nervioso.

—¡No, nada de eso! Solo muero de frío, ¿no ves como mis dientes resuenan como dos castañuelas? —Fingió rechinando la dentadura.

—¿Sabes qué? Mejor vayamos a dormir; la temperatura está bajando y el frío será insoportable pasada la medianoche.

—¡Lo que tú digas! —Se levantó del banco para andar.

—Espera, ¿ves ese bote sujeto al noray? —Señaló con el dedo—. Pues mañana voy a llevarte de paseo en él; pero antes tendré que cumplir con mis obligaciones en el hostal como lo hago desde pequeño. Los robots no se compraron solos.

—Está bien, Ai'Oon. ¿Necesitarás mi ayuda?

—¡Claro que sí! —Emprendió el paso—. ¿Acaso piensas que lo haré solo? ¡Eres tan holgazán! Todavía lo preguntas...

Envueltos en la frazada llegaron a la pieza; Arthit encendió el interruptor para iluminar el cuarto y cerró la ventana. Presto sacó dos sábanas del mueblecillo junto a la puerta y las sacudió un poco, arrojándolas al piso; tomó una almohada y la apretó con la intención de tirarla sobre las fundas que yacían rugosas al lado de la cama. Kongphop lo observaba mientras manipulaba un robot que tomó de uno de los estantes; sin querer desbarató el brazo de la figura, pero aprovechó el descuido del dueño para colocarlo en su sitio tras dejarlo lisiado.

—Kongphop, puedes dormir en la cama, yo lo haré en el piso —dijo.

—Ai'Oon, puedes dormir a mi lado, en realidad no me molesta.

—¿Estás seguro?

—Sí, no podría descansar sabiendo que dormirás en el piso por mi culpa.

—Está bien, Kongphop, solo no me ataques con tus flatulencias... —Se mofó—. ¿Por qué no lo dijiste antes? Mira todo el trabajo que tuve que hacer en vano, ahora tendré que recoger todo, eres tan desconsiderado...

—Hablando de holgazanes... —interrumpió volteando los ojos.

—¿Por qué murmuras? Eres tan maleducado, soy mayor que tú y debes respetarme. Mejor ve a darte una ducha antes que te de unas buenas nalgadas...

La luz en el dormitorio se apagó y solo quedó el resplandor de la luna que entraba por la ventana mientras las sombras de la noche danzaban con el silbido del viento. Los cuerpos se echaron a dormir después de lavar sus manías en la ducha, envueltos en una sola sábana como sardinas enlatadas; la cama, de tamaño individual, les obligó a pegar sus espaldas. Kongphop abrazó un cojín con estampado de bloques que estuvo a punto de resbalar por el lado de la cabecera y se sintió raramente cómodo, no por el estrecho espacio que compartía sino por la compañía que rosaba sus lomos.

SOTUS: DESTINY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora