George Weasley - Envejece a mi lado

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Nunca pensé que toda mi vida sería toda una atracción.

Me dejé llevar con ese tren a Hogwarts y nunca pensé que sería tan difícil lo que me esperaba allí.

Tenía amigos normales, los quería a todos.

Tuve dos novios serios.

Adrián Pucey, al que amé con locura y cuya relación fue algo tóxica.

Y George Weasley, el mejor amigo que tuve desde que entré a ese tren. El que siempre me acompañó en todo momento.

Él me ayudó a sobrellevar mi ruptura, y meses después, empezamos a salir juntos.

Él me hacía feliz.

Estuvimos unidos en todo momento y ninguno quería soltarse del otro.

Cuando se escapó de Hogwarts, vino a despedirse como un galán.

- Te he traído esto en señal de que siempre estás en mi corazón. - me dio un gran ramo de rosas y una cajita que contenía un colgante en forma de estrella. - Eres mi estrella que siempre sabe cómo brillar y sabe enseñar a brillar a los demás. - tomé las cosas y las dejé en mi mesa

- ¿A dónde irás Georgie? - le pregunté tomando sus manos.

- No muy lejos de tí. Sólo iré al Callejón Diagon. Cuando salgas, vendrás conmigo. Te lo prometo. No nos separaremos en ningún momento - besó mis manos como todo un caballero.

- Te quiero mucho Georgie.

- Y yo a ti mi bello girasol. Ya cuento las horas para volver a verte.

Me besó tiernamente y se fue.

Cuando nos volvimos a ver, nos abrazamos con gran fuerza. No quise soltarlo en mucho tiempo. Pero fue la señora Weasley quien nos tuvo que separar.

A pesar de los tiempos oscuros, yo me sentía iluminada a su lado. Él era todo lo que una deseaba.

Lo peor eran algunas promesas. La Madriguera tenía un aura de protección que George siempre quiso para mí. Aunque odiaba tenerlo lejos de la protección. Odiaba cuando su aguja del reloj Weasley marcaba su hora de peligro de muerte.

- No te preocupes cariño, estaré bien. Lo prometo. Volveré sano y salvo. Y volveré a besarte como tanto amo - me prometió mirándome con sinceridad. Pero yo no quería promesas, lo quería a salvo.

- George, por favor, no vayas. Iré yo. Por favor, deja que vaya yo - le rogué abrazándolo

- Nena, no puedo. Volveré enseguida. ¿Está bien? No veremos en poco tiempo, y ni te habrás dado cuenta.

- Cuídate. Y los demás también.

Él asintió y se fue. Pero no volvió sano y salvo como prometió.

Me quedé a su lado en todo momento, y aunque él pensaba que sin una oreja era horrible, yo lo seguí amando.

Mucho tiempo seguí amándolo.

Él se arrodilló delante de mí cuando yo había tomado el ramo que su cuñada había lanzado. Sólo bastó con girarme para verlo ahí arrodillado y sonriendo. Sosteniendo en sus manos una pequeña cajita abierta con un anillo precioso.

- Quiero casarme contigo. - dijo nervioso

- ¡Y yo! - me lancé a sus brazos.

Nuestra pequeña emoción se fue en unos diez minutos, cuando volvimos a ser atacados.

Fue duro vivir todo un año encerrados. Fue incluso más duro para mí, que llevaba un pequeño hijo de George en la barriga. Y tuve que esconderlo para poder luchar.

Phelps twins one shotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora