Capítulo 4. Algo más que miradas

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El invierno se acerca rápidamente y se hace notar, el tiempo se hace bastante frío y es un día de los que el sol no se deja ver

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El invierno se acerca rápidamente y se hace notar, el tiempo se hace bastante frío y es un día de los que el sol no se deja ver.
Todos excepto mi tía que ya se fue a trabajar, están dormidos, yo estoy sentada a la orilla de la ventana contemplando el amanecer, viendo como un opaco e inexistente sol se levanta. Ash se despierta y medio dormida, llega hasta donde estoy, frotando sus hermosos ojos, que junto a las noches estrelladas, son mi vista favorita, todavía puedo recordar cuando la adoptamos, era tan pequeña, cuando la sostuve por primera vez, dispersó todo el sufrimiento que estaba pasando, mis padres siempre habían deseado dos niñas y no pudieron estar vivos para verlo, mi tía se encargó de cumplir ese sueño. En nuestras muñecas coinciden las pulseras con la doble A, que hemos conservado siempre, le doy un acurrucado abrazo, mientras volvemos a la cama y nos dormimos otra vez.

Suena una alarma indicando que es hora del desayuno, y salimos en fila india para el comedor, hace un frío que reconstruye huesos, y vemos a los chicos salir de su cabaña, Alan tiene una cinta en el pelo como si fuera hacer ejercicios y no puedo evitar reírme, al contrario de Oliver que tiene los rizos de resortes más marcados y perfectos que nunca.

Llegamos al comedor y estaba completamente rediseñado, ahora acomodado como un Buffet donde podíamos elegir lo que quisiéramos, yo sólo tomé un pedazo de Marlenka (pastel de miel con nueces), obviamente sabía de su calidad, lo había hecho mi tía y un vaso de chocolate caliente fue mi desayuno. Los demás degustaban de todo lo que podían alcanzar, Alan al fin eligió panecillos dulces, Jess disfrutaba del strudel de manzana y Oliver estaba inmerso mientras saboreaba sin prisa el pan de jengibre. Cuando todos terminamos, mi tía nos proporciona nuestra ración de las ricas obleas para el viaje, le doy un beso a Ash y partimos para la montaña a esquiar.

Todo el transcurso es callado, hasta que Alan interrumpe el silencio y hace una broma de esas pesadas que sólo él sabe hacer, pero que al final te hacen reír y relajan el ambiente tenso en el que estábamos.

El paisaje está totalmente cubierto por la capa blanca de nieve y ya estamos a una altura considerable provocando el vértigo en mi organismo que me hace taparme los ojos un poco aunque mi corazón sigue sobresaltado sintiendo la misma sensación que tenía con los ojos abiertos. El bus eléctrico se tambalea un poco y ahí ya no puedo aguantar más, me agarro al primer brazo a mi alcance que es el de Oliver que está sentado a mi lado divirtiéndose con todo mi sufrimiento.

Llegamos por fin a la cima de la montaña y en la tienda ya no quedaban esquí individuales, era en pareja y obviamente mi pareja era Mr. Rizos. Para colmo de males no sabía esquiar y ya le había dedicado una que otra mala mirada.
Estamos posicionándonos, yo iba en la parte delantera y el detrás, cuando medio me resbalo y en una maniobra rápida el sujeta mis caderas evitando que me caiga completamente.

Mi misión era dirigir el esquí e intentar no caernos, todavía estábamos en el área de prueba, él, por su parte, se limitaba a sujetarse y observar lo que otros hacían para imitarlo. Después de varios intentos invictos sin caernos y tropezar (claro en esta área era mas fácil, no había obstáculos) por fin salíamos a la diversión verdadera, hechamos suerte he hicimos apuestas, la pareja que llegara primero a la meta tenía que invitar a la otra a cenar y pagar todo lo que se consumiera en la noche.

Seré tu Media Noche ©  ️[EN PROCESO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora