12- Pero siempre acaba mejor

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Ambos estaban en un callejón ocultándose de los sujetos que los seguían desde aquel edificio donde se realizó lo fiesta. Al parecer los habían perdido, pero lo más seguro era que utilizarían sus autos para alcanzarlos, así que la desventaja era obvia. Sin embargo, ya no estaban muy lejos de la casa de Dazai; llegarían en cuestión de minutos sí se apuraban.

Por el momento, Osamu intentaba comunicarse con Yosano; le urgía saber la gravedad de las heridas de Chuuya y que la ayudará lo antes posible. El problema era que la médico no respondía a su celular y no planeaba informar a alguien más sobre el inminente fracaso de su misión más importante. Tan solo le dejo algunos mensajes de voz, suplicando para que fuera a su casa en cuanto pudiera.

Chuuya por su parte, estaba recargada en la pared del sucio y asqueroso callejón. Intentaba recuperar el aliento pero realmente era imposible, el respirar le provocaba un ardor en la garganta y sus extremidades dolían como nunca antes habían hecho.

Quería arrojar lejos los tacones y correr descalza, pero probablemente sería igual de doloroso.

Su visión se estaba nublando debido al cansancio, así que se forzaba a mantener los ojos abiertos, después de todo aún no estaban fuera de peligro y no podía ser un estorbo para Dazai.

El castaño desistió al final; no había forma de contactar con la doctora, así que solo esperaría a que escuchará sus mensajes y le respondiera.

—Hay que irnos de aquí— habló caminando de un lado a otro frente a la pelirroja —Mi departamento está a unas cuadras… ¿Estás bien?

La última pregunta fue realizada al percatarse del deplorable rostro de Chuuya, parecía mareada y desorientada. Con mucho trabajo lograba escucharlo.

—Ni te preocupes por mi… hay que continuar— a pesar de eso, Dazai no se movió. Chuuya había hablado con voz entrecortada, lo que le hizo preocupar al instante.

—¿Puedes explicarme lo de el veneno?— preguntó finalmente recordando lo que le dijo la pelirroja tras lograr salir del edificio.

A pesar del estado en que se encuentra, Chuuya responde de inmediato.

—Es más como algún tipo de droga que inutiliza las habilidades… Al parecer solo ataca la propia, pero no otra que se esté ejerciendo sobre la persona afectada.

—Eso explica porque no has vuelto a la normalidad— concluyó Dazai sorprendiendo a su compañera, pues realmente explicó muy poco y el castaño lo comprendió de inmediato —¿Crees que puedas caminar un poco más?— pregunto asegurándose de la condición de la pelirroja.

—Necesito unos minutos para recuperarme.

—Mentirosa— reclama. Chuuya lo mira sin comprender el reciente insulto que logra ofenderla.

—¿Qué?

—Ambos sabemos que no podrás recuperar energías… Al menos no en este momento— Dazai se acerca hasta quedar frente a ella y extiende su mano para acariciar una mejilla extrañamente sonrojada. —Estas hirviendo.

Ahora se siente patética, porque en ningún momento se percató de que tenía fiebre, aunque eso justificaba el sudor frío que recorría su cuerpo, la debilidad en sus extremidades y su falta de aire.

—No es nada Dazai… Solo hay que continuar.

—Chuuya, voy a hacer algo; promete que no me vas a propinar un golpe— habla serio en esa petición.

—No podría aunque quisiera— responde forzando una sonrisa que se borra al instante en que el castaño se acerca y levanta sus piernas. Pierde el equilibrio y solo se sostiene del cuello de Dazai hasta que él logra cargarla al puro estilo de princesa. —¿Estás demente?— en realidad no sabe cuál debería ser su reacción: debería reírse a carcajadas por el trabajo que le dio alzarla; tal vez debería estar enojada porque en ningún momento creyó que esto pasaría o quizá debería estar feliz de que Osamu se esforzará para sacarla de un aprieto.

No Es Para Tanto {soukoku}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora