15- Baile lento, licor y sentimientos combinados

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La luna ya estaba en lo alto cuando Chuuya regresó al departamento. El lugar estaba tan obscuro y solitario, así que supuso que Dazai se había ido a dormir.

Por supuesto, esas palabras de ir a buscarla no eran ciertas. ¿Cómo podría estar preocupado por ella?

Era una tontería y ella se lo había creído. Pero no más. Había pasado la mayor parte del día pensando en esas crueles palabras de su jefe, sin embargo no podía enfadarse. Ella misma lo había visto por años; Dazai pasaba de cama en cama, de mujer a mujer; tal vez tendría un hombre en su repertorio, pero nada muy importante que mencionar. Nadie que pudiera mover su duro corazón, ella no era la excepción.

Era su culpa ver más allá de las cosas, ilusionarse y llenarse de pasión y amor que quizá no era correspondido.

Cansada de pensar y sentir las agujas clavarse en su corazón, se recuesta en el sillón en medio de la sala. No sé molesta en buscar algo para cubrir su delgado cuerpo, solo cierra los ojos y contiene la humedad tras sus pestañas.

Su paz momentánea dura tan poco, cuando escucha el crujir del piso acompañado de pasos lentos que se acercan por detrás. No levanta su rostro, ni siquiera abre los ojos, pero frunce el seño inconscientemente.

—Chuuya... Has regresado— susurra Dazai. Es lento al hablar como temiendo alertar a la mujer -Es muy tarde, estaba a punto de ir a la Port Mafia a buscarte...

—. . . — espera, pero no recibe respuesta, ni un solo movimiento.

—Hace frío, deberías ir a la habitación...

—Lárgate— finalmente no puede soportarlo y Dazai queda tan desorientado que no sabe que decir. —Estoy cansada, solo quiero dormir... Déjame tranquila y sal de aquí.

Sigue confundido, parece que no miente, pero sus palabras se sienten como una bofetada y una forma de decir que no lo quiere cerca. Bofetada a sus sentimientos.

—¿Qué sucedió?— pregunta para sorpresa de ambos. Está vez su tono suena sombrío, incluso amenazante y su mirada que Chuuya no ve, se oscurece gradualmente.

—Nada— responde Chuuya cada vez más apagada. No hay nada de la brillante energía que normalmente la envuelve. Dazai queda atónito, no sabe qué hizo para que ella esté tan enojada y no puede hacer más que seguir culpando a Mori en su cabeza, aún cuando no sabe qué sucedió después de que se fuera... Se arrepiente de dejarlos solos, así que vuelve a preguntar.

—¿Qué te dijo Mori-san?— es más específico y nota la tensión en el cuerpo de la pelirroja, pero su respuesta no cambia.

—Nada... Pero tengo mucho trabajo en el que pensar... Solo déjame dormir para ocuparme de eso lo más rápido posible.

—¿Trabajo?— no se lo cree —¿Qué clase de trabajo?

Chuuya suspira, —Eso no es de tu incumbencia... Son asuntos de la Mafia, no de tu Agencia... Ahora lárgate.

—... Bien...

No podría estar más preocupado, más intranquilo, más dolido y sin embargo decide aguardar a que Chuuya quiera hablar... Quizá por la mañana este de mejor humor...

Las horas de la noche parecen ser eternas para Dazai y muy pocas para Chuuya. Ella despierta muy temprano con la sorpresa de una manta envolviendo su cuerpo. Ella no la colocó, así que no es difícil adivinar quién lo hizo.

No le da importancia, se levanta y dobla la manta dejándola sobre el sofá, después toma su sombrero que había dejado durante la noche sobre la mesa y se lo coloca sobre la cabeza. Sale del departamento, no quiere ver a Dazai, y no quiere hablar con él.

No Es Para Tanto {soukoku}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora