16- Debo suponer...

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Chuuya intenta dar vueltas entre sueños, el problema es que algo la sostiene con firmeza, como si estuviera envuelta en una soga y con algún objeto enredado en sus piernas, lo que le impedía la movilidad.

Se sentía atrapada por algo y sus ojos se empiezan a abrir con lentitud debido al dolor de cabeza causado por la luz de un nuevo día.

Aunque nunca se arrepiente de una buena borrachera, cuando sus ojos logran enfocar el rostro a su lado, su propia cara pierde el color y lo recupera nuevamente. Pasa de estar pálida a roja a más no poder y el ciclo se repite.

Su boca se abre y se cierra repetidamente. Ahora sabe que la "soga" es en realidad los brazos de Dazai, que la rodean por la cintura, y el objeto que se enreda en sus piernas son, de hecho, las piernas del castaño.

¿Qué pasó exactamente?

Recuerda haber hablado, bailado e incluso besado a Dazai, pero esto... No sabía en qué momento perdió la conciencia. ¿No había hecho una estupidez?, ¿O si?

Chuuya piensa en escabullirse, ¿Quién pensaría que Dazai se despertaría tras sentir los movimientos a su lado?

El castaño sonríe.

Aunque es dulce, Chuuya se asusta y comienza a forcejear en los brazos del hombre. Dazai finalmente comprende, así que no se lo hace más difícil y la deja ir.

-¡¿Qué sucedió anoche?!- exige saber la pelirroja

-¿Qué sucedió?; Solo lo que tenía que pasar Chuuya.

-¡Maldito bastardo, no estoy jugando!- aunque Osamu disfruta de hacer enojar a Chuuya, de verla y escucharla; en este momento siente como sí su cabeza fuera a explotar por lo que le cubre los labios con la palma de su mano mientras que con la otra masajea su cabeza.

-Supongo que nos quedamos dormidos, después de hablar y beber... Por favor no grites.

Chuuya no está precisamente en una situación cómoda y es que hay ocasiones en las que no sabe cuándo esté hombre empieza a mentir. Sin embargo, confía en la condición de su cuerpo y al notar que no está adolorida de ningún sitio comprometedor se siente aliviada.

El castaño, quita la mano de su rostro y la observa con atención; lo extraño es que una sonrisa nunca abandona su rostro, y la pelirroja vuelve a incomodarse.

-¿Qué estás mirando?- pregunta con desconfianza. Pueden llamarla loca, pero al menos ella no disfruta que alguien esté observando cada movimiento que hace apenas despierta.

—¿Porqué estás tan enojada?; Yo debería ser el ofendido porque te has colado en mi cama. Te recuerdo que tú lugar es el sofá.

Dazai no pretende ser un imbécil con esas palabras, solo quiere avergonzar a su compañera, pero ella es bastante dura.

Chuuya se levanta y coloca un par de zapatos. —No soy como cualquier mujer con la que hayas tratado— dice revisando que su pijama este pulcra y firme en su lugar —No estoy disponible para tus juegos.

Dazai queda estupefacto. Repasa en su cabeza sus propias palabras para encontrar el motivo del enojo en Chuuya, y es que no parecían más que las típicas bromas para iniciar una pequeña discusión, nada seria para aclarar, entre ellos; pero Chuuya empieza a salir de la habitación y él realmente quiere correr detrás.

—¿A dónde vas?— pregunta el castaño. Está descalzo y el piso está frío pero, ahora mismo, lo que importa es que quiere solucionar los problemas con Chuuya. Y es que no puede esperar que el alcohol lo conecte con ella. Eso sí sería jugar.

—A cualquier lugar— responde y se coloca un suéter.

Dazai pierde la paciencia porque observa las piernas de la mujer y él definitivamente no quiere que se vaya.

No Es Para Tanto {soukoku}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora