°♪°
Observo de reojo como mi abuela saca del horno tres exquisitas tartas de limón, las deja sobre la mesa y toma otra bandeja. Mi abuela extiende las manos envueltas en paños dentro del horno y desliza un pie de manzana para luego cerrar el horno y secarse con el dorso de la muñeca el sudor. Una vez tomo asiento en la mesa el aroma dulzón a cítricos del limón y a hojaldre mantecoso se extiende por mi nariz. Mi abuela da un paso atrás para mirar la bandeja y aprovecha para darme una mirada de reojo, en cuanto lo hace puedo ver como sus labios se fruncen en una mueca de disgusto—al menos puedo ahogarme con unas cuantas tartas—antes de comenzar su interrogatorio desliza un plato, luego pone una tarta sobre el y lo desliza hacia mí con semblante interrogativo.
—Gracias abuela—Inuyasha aparece de entre las piernas de mi abuela y apoya su cabeza en mi pierna esperando una clase de recompensa por su mera existencia.
Perra hija de...
—¿Qué tienes en los ojos? —lo sabía, lleva al menos cinco minutos esperando que abriera la boca para poder interrogarme. Acaricio con el dedo índice la nariz de Inuyasha y esta estornuda sacándome una sonrisa mientras busco en mi mente una respuesta al menos un poco coherente para mi puritana abuela.
—Solo están un poco irritados—mi abuela se permite sonreír como si le hubiera contado un chiste largo y de mal gusto y a mi solo se me aprieta el estómago porque casi escucho el sonido de la madre superiora regañándome por entornarle los ojos a un niño.
—Mira se mejor que nadie que hay muchas modas, pero no elijas específicamente la que puede llevarte al infierno—la tarta sabe bien, la tarta sabe bien—así que quítate esas porquerías de los ojos, no quiero que piensen que el demonio al fin entro a mi casa.
—Dijiste una palabra soez, espero que los vecinos no te hayan escuchado abuela podrían decírselo a Dios—mi intento de pasarme de lista le arranca una mueca a mi abuela, pero se que gano la batalla en el momento en el que el horno comienza a emitir una pequeña capa de vapor con un aroma dulzón.
Mi abuela me da una ultima mirada, y dejo de celebrar mi pequeño triunfo porque se que en el momento que suba a mi habitación podría llamar al convento y llenarse la boca con una sarta de mentiras sobre mi amor por los niños y como quiero dedicar mi vida a la castidad y abstinencia—mierda—en el momento en el que ese pensamiento pasa por mi mente estoy segura de que casi puedo sentir como me asfixio con el relleno de la tarta. El rubor me sube desde la parte baja de la espalda a las mejillas al momento de recordar que hace un momento un tipo salido de un cuento de terror porno me dio la follada de mi vida y yo no pude poner oposición.
<<Bueno, en definitiva, podría narrarles en el convento mi aventura amorosa mientras mi abuela aún está en casa.>>
Si, bueno no es como que tenga una sarta infinita de opciones cuando los nervios de que mi abuela encuentre al tipo en mi habitación se hacen cada vez más próximos y evidentes, tomo las otras dos tartas de limón y las pongo en mi plato con la intención de llevarlas arriba y darle de comer al tipo con una polla titánica, mi abuela me detiene carraspeando así que me detengo antes de entornar los ojos y que la cosa se torne aún peor.
—¿Vas a desayunar arriba? —el rostro de mi abuela se contrae nuevamente pero antes de que pueda decir algo menea la cabeza y habla—ve a ordena tu habitación y luego baja por mas tartas.
Asiento mientras prácticamente corro a las escaleras escucho como Inuyasha las sube tras de mí, pero cierro la puerta en sus narices antes de que pueda siquiera poner una de sus patitas dentro de mi habitación. Apoyo mi palma en mi pecho y me permito relajarme al menos un momento.
—¿Son para mí? —su mirada se pasea en el plato y luego vuelve a caer como un peso invencible sobre mí.
—Primero, ¿Quién eres?
Apoya la palma de su mano sobre mi almohada mientras me mira con detenimiento, le toma unos minutos, pero finalmente decide hacer un movimiento—al menos no físico—porque termino por moverme contra mi propia voluntad hacia él, me siento en sus piernas y pongo las tartas sobre mi regazo. Parece aburrido porque se dedica a mirarme fijamente mientras todo mi cuerpo se encuentra en un estado de tensión permanente.
—El amor de tu vida—responde mientras una de sus enormes manos va hacia mi mentón—pensé que había sido lo suficientemente claro al respecto Holly, ahora creo que me debes un beso. Los dientes me rechinan ante su intento de pasarse de listo, le doy un pequeño golpe en la muñeca y lo observo desafiante esta vez me bajo de su regazo y termino por quedar a unos centímetros lejos de él.
—¿Cuál es tu nombre? —parece irritado con mi actitud, así que simplemente se dedica a acercarse nuevamente a mi con una lentitud aterradora como si buscara no solo que le tema un poco si no que, su cercanía termine por excitarme.
Vuelve a tomar mi mentón con galantería y acerca su rostro al mío con lentitud. La respiración se me corta al instante y en un intento en vano intento mantener mi mirada puesta en sus ojos y olvidar el hecho de que lo único que cubre su desnudes es mi edredón, el rostro se me tiñe de rojo mientras sus grandes dedos acarician mi mejilla y bajan a mi cuello, termino por cerrar los ojos cuando siento su respiración a la altura de mis labios erizándome la piel.
Cuando creo que va a besarme se detiene y por fin habla.
—Arden.
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ARDEN
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