°♪°
—He visto tus recuerdos—comenta mientras su mano friega la piel de mis hombros con un pedazo de ceda empapado de aroma frutal—odiabas las charlas de tu abuela, la rutina se que deseabas dejarlo, cambiar, ¿Qué es lo que te molesta?
Vuelvo a dejar que su pausa se llene con mi silencio. Bien podría ordenar los argumentos que flotan en mi mente, pero Arden no parece ser capaz de comprender que es lo que esta mal en sus acciones y yo no planeo dejar de recordárselas al menos que me golpeen en la cabeza tan fuerte que me genere una contusión que me haga despertar en las próximas nueve horas para después probablemente limitarme a fingir que el golpe fue tan fuerte me quito la capacidad del habla y razonamiento por los siguientes meses—pero no es así—me limito a acariciarme los tobillos por debajo del agua y a tranquilizarme porque la mitad de mi cuerpo está cubierta por una morbosa cantidad de pétalos de rosa. Los dedos de Arden se enroscan en un mechón de mi cabello pidiendo mi completa atención y le observo embobada porque por un momento parece tan humano, si no fuese por la frialdad de sus dedos en mi nuca habría caído rendida en el momento en el que besa mi frente y probablemente me habría alzado como idiota para que besara mis labios.
—¿Cómo está mi abuela? —pregunto luego de que sus labios se separan de mi piel.
Sus brillantes ojos rojos me observan como si no pudieran creer que estoy hablándole—más bien es su rostro el que me lo dice—porque deja mi mechón de cabello sobre la piel que antes frotaba y habla:
—El tiempo entre la tierra y este lugar es diferente, tu abuela jamás notara tu ausencia a menos que yo lo quiera.
Asiento y vuelvo a guardar absoluto silencio. Probablemente porque no puedo dejar de pensar en la enorme cantidad de figuras oscuras que probablemente siguen rondando el enorme lugar o que han pasado aproximadamente ocho días desde que decidió que seria buena idea mantenerme cautiva en cinco habitaciones diferentes en las que puedo moverme si me lleva cargada o si las sombras con listones me siguen.
—Dime que te molesta.
—¿Vas a dejarme ir?
—Jamás—y lo dice con tal rapidez que siento deseos de golpearle la rodilla, pero probablemente solo voy a conseguir que se me hinche el pie entero.
—Entonces no tiene sentido discutirlo—murmuro hundiéndome más en la tina.
Lo escucho suspirar y observarme desde la misma posición. Al menos entiende que no quiero hablar mientras me dedico a destrozar entre mis dedos los pétalos que se adhieren a mi muñeca y a toda parte húmeda de mi cuerpo. Probablemente es porque estoy demasiado absorta mirando a la nada o porque me dedico a observar como una idiota mis dedos y mis movimientos se vuelven casi mecánicos, pero Arden desata el nudo de cabello dejándolo caer en mis hombros y lo peina entre sus dedos trenzándolo, tomándose su tiempo para memorizar la textura de cada uno de mis mechones.
—No puedo comprender que es lo que te molesta. La moral humana me parece estúpida, en mi existencia he tomado lo que he querido y lo he hecho mío, si me aburre lo deshecho. No tengo la intención de cambiar y no espero que asumas que vas a seguir siendo humana luego de un milenio junto a mí—hace una pequeña pausa y casi quiero reírme, porque ahora mismo parece tan humano—tengo mis objetivos y uno de ellos es hacer que me necesites tanto como yo a ti.
En otro momento o en otro contexto sus palabras me habrían parecido románticas, pero no lo son. Espera tenerme cautiva aquí y que mis sentimientos se habrán para él como por arte de magia—eso es manipulación—es enamorarme de mi captor y no es algo que yo realmente quiera, no es algo que deba experimentar o comprender no deseo necesitarle, tampoco quererle por mucho que la atracción entre nosotros resulte inevitable incluso antes de su mordida y su especie de lazo vudú mágico o tal vez debería rendirme y dejar de pelear, tal vez para él resulte atractivo verme llorar o pelear y bufar, tal vez me deje en paz.
—Estoy cautiva.
—No lo estas—asegura.
—Estas tratándome como idiota.
—Puede ir libremente por la casa y los alrededores.
—¿Qué quieres realmente Arden? ¿Por qué la casa esta infestada de cosas dispuestas a recibir una bala por ti? ¿Qué eres Arden?
Sus dedos dejan mi cabello y me toma por sorpresa cuando su mano aprieta mi cuello, estoy segura de que los ojos se me vuelcan en cuanto corta mi flujo de aire se corta hacia mis pulmones como una patada en el estómago.
—Estas siendo demasiado insolente cielito.
Mis dedos se aferran a sus manos en un intento de soltarme—deja de pelear—suelto mi agarre y cierro los ojos en un intento de resignarme y morir tranquilamente. Parece notarlo porque su mano afloja el agarre y me observa detenidamente.
—Jamás voy a dañarte.
Planeo quedarme callada, pero el aire vuelve a circular más rápido de lo debido.
—No, pero deberías matarme.
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ARDEN
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