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°♪°

Balanceo mi peso entre mis pies, inclinó la cadera de derecha izquierda, pero para Arden no afecte ser evidente la necesidad que tengo de patearle la cabeza hasta que el talón me escueza de dolor. Me observa de reojo—como si no fuese evidente que realmente no lee el libro en sus enormes manos—ruedo los ojos cuando lo escucho suspirar y lo observó acariciarse la nuca. Curiosamente una de las acciones más humanas que lo he visto realizar en las cortas horas que tengo de conocerle, cuando su mirada carmesí atraviesa mi cuerpo soy consiente de que probablemente he tocado uno de los punto más profundos de su inexistente paciencia.

—¿Algo que quieras decir cielito? ?—se acaricia la barbilla y estoy seguro que su gesto lo hace parecer humano y su amenaza aparece en mi mente como un feo tatuaje del que no me puedo deshacer.

—No tengo porque hablarte.

Las perfectas cejas se le arquean en un notorio gesto de displicencia hacia mi terquedad. Vaya, parece que no le afecta en lo más mínimo—y aunque me siento aliviada—no puedo evitar sentirme desconcertada por su reacción. Esperaba ver un poco de dolor en su mirada para que el pecho dejará de dolerme tanto.

—Las parejas hablan cielito—levanta la mano y mi cuerpo se levanta en el aire, inconvenientemente, mi cuerpo queda en medio de sus enormes piernas.
El corazón me palpita. Voy a cometer una estupidez.

—¿Ahora sí puedo hablar?

—Holly—advierte en tono gruñón.
Mi cuerpo grita a todo pulmón que no quiero que me toque, pero lo ignora y su aroma me golpea la nariz. Quiero morderle el cuello y volver a besarle, pero su amenaza palpa mi mente recordándome que su atracción por mí no es más que un mero capricho y una epifanía breve, porque por su reacción se que está enamorado de alguien más y una parte de mi súplica que la persona de la que parece tan prendado aparezca y me lo quité de encima—pero aparentemente carezco de suerte—y la suficiente energía mental como para pelear, porque me remuevo en sus brazos y succionó la pálida piel de su cuello, escucho su voz, pero solamente puedo ser consiente de la frialdad de su piel, así que succionó y beso, porque tengo hambre y porque realmente siento la necesidad de tocarle. De alimentarme. Porque en este momento nada me parece más sexy que la frialdad se su pie contra mis labios. Termino por morderle la piel y disfruto de la sensación de su sangre invadiendo mi paladar, deslizándose por mi lengua he invadiendo mi garganta. Caliente. Mis dedos se deslizan por su duro pecho y lo escucho gemir cuando me froto contra la dureza de su tallo—tengo hambre—separ mi boca de su cuello y dejó un beso húmedo en su boca, me dedico a invadirle la boca y cuando mi estómago se contrae vuelvo a mostrarme ansiosa por pecar mi boca a su cuello y tener algo más que el recuerdo de su polla abriéndome dentro de mi. Pellizca la piel de mis muslos cuando me doy cuenta de que estoy aferrándome a su torso.
Jodidamente caliente.

—¿Satisfecha cielito?—asiento soltando le y dejándome caer al lado de su cuerpo. La piel me escueza y me aprieto la garganta cuando siento como la respiración se me corta—eso es, completa nuestra unión mi deseosa compañera.

Habla muy cerca de mi boca y pasea sus dedos por mis pechos, me toma en brazos y la mente se me nubla y de repente ya no puedo ver su detestable rostro. Todo es oscuro. Intentó sentarme y mi frente se impacta contra una superficie dura, jadeo cuando la nariz me escuece y apoyo las palmas de las manos contra lo que sea que evite que pueda volver a sentarme y a reclamarle al imbécil que apretaba mi cuerpo contra el suyo. Como si eso pudiese consolarme por completo.

—Nadie ama aún bastardo. Nadie ama algo nacido de la lujuria y la maldad del mundo—dejo de retorcerme y escucho la voz de la mujer golpearme la cabeza. Llevo mis manos a mis oídos en el preciso momento en el que las siento gotear jadeo porque el corazón se me va a salir del pecho, sube a mi garganta y baja en cuanto empiezo a caer y mi espalda golpea una superficie dura—solamente las mentiras de una tonta van a liberarte bastardo.

Ah, pero es hijo de puta.

Me siento jadeando, porque el abdomen me duele por alguna razón en específico. Y ya no estoy encerrada, tengo un vestido blanco y Arden está frente a mi, tiene uno de mis pies agarrados y besa mi tobillo con ternura. Pero al contrario de lo que la escena podría producirse yo solamente estoy enojada porque evidentemente soy la tonta que se metió en un lío por no sacar a pasear a su perra más temprano. Los ojos del gigante frente a mi me miran con ternura y desabrocha la correa del tacón para quitarme lo y tirar de mi con una facilidad sorpréndete—¿Los hijos de puta tridimensionales tienen dinero para vestidos y zapatos bonito?—tira de mi hasta dejarme sentada en su regazo y aunque su tirón podría haberme lastimado las diversas capaz de tela amortiguan el golpe. Me toma el rostro y me besa. Aunque evidentemente la situación me confunde disfruto de tacto de su fría lengua contra la mía y busco que lo haga por un buen rato soltando jadeo y deshaciéndome entre sus enormes brazos.

—Mia—dice cuando por fin me deja respirar.
Voy a decirle algo. Pero todo vuelve a oscurecerse y observó su sonrisa triunfante al observarme removerse en sus brazos. Va a volver a besarme, pero mi puño impacta en su duro y perfecto rostro y como tuve que suponer el único ruido que surge es el mío al darme cuenta que los nudillos se me acaban de romper como ramitas.

—¡Idiota!—gruño apretando mi mano contra mi pecho, el rostro se me empapa de lágrimas y escucho la bien tonada risa de Arden golpear el aire a mi alrededor.

—¿Quién es más idiota Holly? La chica que dijo que me esperaba o la que golpeo el rostro conociendo los resultados.
Mi rostro parece ser suficientemente respuesta contra él.

—Exacto cielito. Tú.

ARDENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora