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Espero les guste 👽🔫

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Yo puedo.

Es básicamente la primera oración que se formula en mi mente en el momento en el que mi espalda comienza a quejarse por el peso de la gran mesa de madera que se encontraba en el pequeño recibidor de la habitación—sí, sí, no puedo—. Estoy sudando a cantaros y el simple hecho de intentar mantenerme de pie con esta monstruosidad solo lo empeora, me inclino un poco hacia adelante y mi equilibrio se va por la borda en el momento en el que mi cuerpo se inclina hacia la izquierda. Me preparo mentalmente para el escozor del golpe, pero por un aparente milagro uno de los bordes de la mesa queda apoyado contra el suelo dejándome de pie con la cabeza inclinada y ambos brazos flaqueándome por no poder sostener el peso de esta.

No son mis muebles, no es mi dinero.

Las piernas se me doblan, así que dejo caer la mesa en el perfecto mármol de la habitación y suelto un gruñido una gota de sudor baja desde mi nuca hasta la espalda. Doy unos pasos hacia enorme cama y me dejo boca abajo sobre los suaves cobertores, espero conseguir las suficientes fuerzas para colocarme boca arriba y en cuanto lo hago observo el desastre de la que hace unos instantes era una habitación de lo más pulcra y elegante. El enorme espejo que esta frente al tocador está roto y cada cosa que intente para derribar esa enorme puerta se encuentra apilada frente a esta de tal manera que casi puedo imaginarme a Arden hacerme devolver cada acosa a su lugar.

¿Y si me cobra?

Las mariposas de la ira son predominadas por el pavor de las cosas que son capaces de ofender a un tipo que juega a ser Drácula. En ese preciso momento las puertas son abiertas y un carrito de comida es empujado por una mucama, mi rostro se ilumina y luego vuelve a palidecerse en cuanto un Arden sonriente y con aires dominantes entra a la habitación.

Domíname a mí. Domíname a mí.

La mucama deja el carrito frente a mí y estoy por brindarle una sonrisa hasta que observo que no tiene rostro, algo dentro de mí se encoje y me recuerda que no estoy en una situación normal y que si antes no lo tenía ahora debo comenzar a tener miedo. La mucama hace una pequeña referencia y se retira cerrando las enormes puertas que no fui capaz de rasguñar ni con todos los objetos del mundo.

—Cielito—da unos pasos hacia mí y se sienta a mis pies, chasquea los dedos y todo el desorden de la habitación desaparece volviendo a la normalidad—supongo que te quedan muy pocas fuerzas, así que supondré que tienes hambre.

Lo miro con recelo mientras él se dedica a observarme y estira la mano para destapar la enorme bandeja—¿será una rata muerta? —mi sorpresa es que, no son ratas si no un par de tartas de fresa junto a un enorme jarrón de fresas cubiertas de nata y azúcar. Bueno, si va a tenerme presa aquí puede hacerlo siempre y cuando me de comer. La boca se me hace agua.

—Tengo entendido pequeña Holly, que son tus favoritas—una sonrisa socarrona se dibuja por sus rojizos labios y en vez de darme confianza casi puedo imaginarlo poniendo veneno en el chocolate antes de verterlo encima de las fresas.

—No tengo hambre.

—No te estoy preguntando, te estoy ordenando que comas—aprieto la almohada junto a mí con fuerza, estoy dispuesta a golpearlo con ella si vuelve a retarme—aún no tienes sed de mi sangre, así que necesito tener una manera de desertar esos primitivos instintos que te esfuerzas en ocultar.

—¿Ocultar?

Sus dedos se posan debajo de mi escote y comienzan a subir hasta el inicio de mis pechos, involuntariamente suelto un jadeo y el me muestra una sonrisa de lo más galante que me hace enfurecer. Termino golpeándolo con la almohada repetidas veces hasta que me posiciono encima de él rodeándolo con mis piernas, sus manos toman mis muñecas y lo observo detenidamente desde arriba. Tiene el cabello desordenado y su perfecto traje me hace olvidar que estoy cabreadísima con él. Voy a separarme de él para rogarle que me deje irme a mi casa hasta que observo su cuello pálido descubierto. Dejo la almohada aun lado de su cuerpo y algo dentro de mí, me dice que tengo que pegar mis labios a su clavícula. Mis dedos van hacia el cuello de su camiseta y empiezo a desabotonar cada uno de sus botones hasta que su cuello está perfectamente expuesto para mí.

Dios, que hambre tengo.

—Vamos cielito, estas tardando demasiado.

Me inclino y paso mi lengua desde su clavícula hasta su cuello, me entretengo mordiendo y chupando hasta que no puedo soportarlo demasiado y termino mordiendo su cuello, puedo sentir como mis caninos desgarran su piel y disfruto del excitante crujido y el dominio sobre su enorme cuerpo. Aferro mis dedos a sus hombros y me dedico a succionar mientras una de sus manos va hacia mi cabeza y la aprieta contra sí mismo.

—Buena chica—suelta un gruñido cuando necesito más de él y aprieta mis cinturas—oh pequeña, eres una buena chica, ¿no? Jodida chica buena.

Sus palabras hacen que la excitación comience a convertirse en un líquido chorreante saliente de mi necesitado coño. Separo mi boca de su cuello y un pequeño hilo de sangre se desliza por mi barbilla. Arden vuelve a acomodarse conmigo rodeando sus caderas y yo no puedo evitar sonrojarme cuando con una de sus enormes manos toma mi rostro y su dedo pulgar busca entrar a mi boca. Cierro los ojos y lo chupo gustosa hasta que lo escucho gruñir y bato mis pestañas en señal de inocencia.

Donde sea que este, estoy segura de que mi abuela ya está empacando para llevarme al convento de las carmelas.

—Necesito tu boca—murmura mientras mueve mi cuerpo junto a él y comienza a desabotonar su pantalón—de rodillas Holly.

Justo ahora no tiene que pedírmelo dos veces, caigo sobre mis rodillas mientras observo como se despoja de su ropa. En cuanto puedo ver su polla, puedo ver que es una obra monumentalmente monstruosa y puedo jurar que se me hace agua la boca, su polla se balanceándose libre tan pronto es liberada de su cautiverio. Soy una pervertida, pero es tan gorda, gruesa y larga. Relamo los labios y me permito dejar de pensar en los sucesos extraños que lo involucran.

Y en cuanto tengo la oportunidad no dudo y la tomo con mi boca saboreando los primeros matices salados. Hago el mayor de mis esfuerzos por respirar y un gruñido por su parte me dice que estoy haciéndolo bien.

Jodido y dulce éclair.

—Eso es cielito, eso es—deja caer la cabeza hacia atrás y su enorme mano se posiciona sobre mi cabeza y empuja haciendo que mi lengua busque la manera de ser buena y complacerle.

Me gustaría llevar una de mis manos hacia el necesitado lugar entre mis piernas, pero la fuente de su deseo están grande que tengo que balancearme en repetidas veces para poder tomar una pequeña cantidad de aire. Los ojos se me llenan de lágrimas y comienzo a sentir como su polla comienza a hincharse. Sus ojos se tornan de un bermellón intenso y un pequeño atisbo de miedo hace que mi coño se contraiga al sentir como deja ir toda su mezcla dentro de mi boca. Él no dice nada, pero como lo he visto en muchas películas porno saco mi lengua y lo trago todo.

Una sonrisa se desliza por sus labios. Un pensamiento desmedido pasa por mi mente. Pensé que después de mi cumpleaños me la pasaría orando, no follando.  




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