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°♪°

—No es una petición cielito.

—Pues, no—digo pasándome una mano por el cabello y mirándole ceñuda—tienes que dejarme hacer las cosas a mi manera.

Arden guarda silencio y pone sus enormes manos en mi cintura—supongo que para recordarme que es él quien manda aquí—le doy un apretón en el dorso se la muñeca y me dedico a seguir rebuscando en las cajas de ropa de mi abuelo que aún conservamos en casa. Dejo caer junto a mí un par de pantaloncillos y una camiseta desgastada, las señalo con la cabeza.

—Póntelo—digo soltándome de su agarre y observándole.

—Esto no va a quedarme Holly.

—Insistes en vivir aquí, es a mi modo o a ninguno.

Mi tono no parece gustarle en absoluto, porque chasquea los dedos y la ropa de mi abuelo se quema en un abrir y cerrar de ojos, Arden camina hacia mi y acorrala mi cuerpo entre él y la puerta del sótano—está molesto—las fosas nasales de la perfecta nariz se abren por unos breves segundos y su cuerpo vuelve a hacer enorme, me pellizca suavemente la barbilla y se pasa la bífida lengua por el labio inferior.

—Eres inteligente Holly, ¿Cómo es que eres demasiado tonta para no entender las circunstancias? No vuelvas a imponerte.

Mi mal genio me pincha la nuca y no medito a la perfección mis acciones, pero casi puedo prever su reacción.

—Quieres que pase el resto de mi vida contigo, pero no dejas de tratarme como una estúpida—le doy un manotazo en la mano y sorprendentemente suelta mi mentón—si tu intención es que en algún momento te ame, nunca vas a lograrlo.

La mirada del gigante frente a mi deja de ser embravecida y se transforma en una mirada melancólica, tengo la intención de soltarme del parapeto que forma su cuerpo frente al mío, pero me alza en brazos pasando uno de sus brazos por debajo de trasero y sosteniendo el poco equilibrio que tiene mi espalda por la sorpresa a la que me ha empujado con sus volátiles acciones. De repente ya no estoy buscándole ropa en el sótano de casa, estamos en un jardín repleto de girasoles, el viento me acaricia las mejillas y por un momento me siento deslumbrada por las vistas que me esta dando, me deja justo a su lado y cuando pienso que va a decirme algo sus enormes manos toman mi rostro mirándome con demasiada determinación.

—Hare que me ames Holly, incluso si tengo que destruir a todos vas a amarme tanto como yo lo hago—en otra situación sus palabras habrías enternecido mi corazón—borracha o sedada con anestesia—, pero no es el caso, se que quiere manipularme, se que quiere poseerme y aunque tengo miedo de que sus palabras puedan volverse reales, me arriesgo y dejo un beso en la comisura de sus labios es breve y trato de dejarle deseando con más.

—No puedes llevarme lejos de todo lo que conozco.

Su mirada, aunque vulnerable, se tiñe nuevamente de ese rojo característico demasiado palpable y endurecida para mi gusto y me temo que mis palabras parecen haberle retado.

—Incluso si debo romper cada promesa que te haga cielito, hare lo necesario para mantenerte a mi lado—apoya una de sus rodillas y me temo que escucho crujir el tallo de un girasol bajo el peso de su enorme cuerpo—vuélvete mía Holly, entrégate a mí, así como yo estoy entregándome a ti—aprieta mi mano a su rostro he inhala el dorso de mi muñeca con demasiado anhelo.

Y aunque mi corazón se ablanda por unos segundos, comprendo que el trato que me esforcé para que aceptara anteriormente nunca tuvo validez para él—solamente se estaba burlando de mi—mi pecho se inunda de una sensación que solamente he sentido cuando estoy diciendo mentiras y sé que tendrán consecuencias. No. Las consecuencias son para mí, porque Arden muerde mi muñeca y las rodillas parecen no responderme, porque quedo arrodillada frente a él mientras succiona una y otra vez como si esperara que el sabor de mi sangre calmara la culpa que siente. Deja un beso en donde hizo la incisión y yo me esfuerzo por que mis manos no se hagan puño y se impacten contra su fornido cuerpo, porque se que al final la única que se hará daño seré yo. Mientras sostiene mi mano, me las ingenio para arrastrar mi cuerpo hacia el suyo, con mi otra mano tomo uno de los bordes de su camiseta formal y me las ingenio para ponerme de pie. En esta posición luce pequeño y me siento tentada, tan tentada que termino besándole, pero no para intentar manipularle, sino porque realmente necesito pegar mi boca contra la suya, su boca me acaricia los dientes y cuando succiona mi labio inferior lo entiendo por completo. Vuelve a tomar mi boca, cortándome la respiración y apretando sus dedos por debajo de los ligeros pliegues del vestido, sus dedos se ciñen a la carne de mis muslos y gimo gustosa, porque realmente lo disfruto.

Tomo aire y hablo muy, muy cerca de su boca.

—No me entrego a mentirosos que intentan manipularme—llevo mis dedos a su nuca y ronroneo cuando lo observo tan sumiso frente a mi—bésame Arden, pero vive con la idea de que jamás seré tuya.

Siento como lo que rodea mi corazón se aprieta y dejo escapar un jadeo que me hace sostenerme de Arden, sus dos manos toman mi rostro y se las ingenia para dejarme caer sobre los girasoles tras de mí, su cuerpo termina encima del mío, volviendo a la misma situación en donde me acorralaba y me exigía. Voy a reprocharle, pero me besa esta vez no es mi boca la que le invade, él se mete por cada poro de mi piel, succionándome y teniéndome para si tal como quiere. Separa su boca de la mía y retrocede un poco para tomar mi pierna he inclinarse a respirar en la cara interna de uno de mis mulos, besa, muerde, lame y me provoca y justo cuando creo que va a tomarme se aleja dejando un beso en mi tobillo.

—Nuestro trato ya no existe Holly, voy a encerrarte a mi lado antes de convertirme en lo único que te quede, en lo único que necesitas.

Tomo todo el aire que mis pulmones y la impresión me permiten y hablo jadeante.

—Nunca me aferraría a ti.

Una sonrisa surca sus labios y vuelve a besar mi tobillo, como si me prometiese algo—no soy un héroe Holly y soy capaz de destruir todo lo que conoces para mantenerte a mi lado. Recuérdalo bien Holly soy un villano despuesto a arrebatarte todo, para convertirme en lo que necesitas.

De repente los girasoles dejan de verse preciosos, el paisaje parece comprender mi estado de ánimo, porque el viento que antes me acariciaba las mejillas ahora me hiere el rostro y lo comprendo. Realmente acaba de hacerme una promesa, una que es aterradora, pero al fin y al cabo una promesa que Arden está dispuesto a cumplir.

Me aterra, porque de todas las cosas, habría preferido un héroe dispuesto a matarme, no un villano dispuesto a arrebatármelo todo. 

ARDENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora