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Subo la sabana para cubrirme la cabeza y aplasto la cabeza contra la almohada. Es demasiado temprano para lanzarle una patada a la cabeza y hace el suficiente frio como para que recuerde la hinchazón en mi mano. Arden da un tirón a la parte de la sabana que me cubre la cabeza y yo suelto un gimoteo porque en el momento en el que lo hace me recuerdo a mi misma que tengo la mano tan hinchada como un guante de látex lleno de agua. Sus ojos rojizos me miran con escrutinio por varios segundos y suelto un gemido cuando la toma y la aprieta—no se si lloro por el placer que me da la frialdad de su tacto o porque es tosco y me analiza como si mi anatomía no fuese de este mundo. Pone mi mano en su mejilla y yo decido dejar que haga lo que le plazca porque simplemente no tengo la energía para iniciar una pelea en su contra o para fingir que me disgusta su tacto.

—Se que estas molesta y que estas empeñada a no dirigirme la palabra, pero esto no se ve para nada bien—da un beso en mi palma—voy a curarte.

No digo nada. Mantengo la vista fija en el enorme candelabro que cuelga en medio de la habitación he intento no sorprenderme demasiado en cuanto dos personas observo dos personas sin rostro con bandejas en las manos, como si esperaran que les de permiso para acercarse a mi y ojearme¿con que ojos? —voy a reírme de mi propio chiste, pero Arden clava sus dientes en mi mano y la satisfacción que siento es instantánea. Succiona por largo tiempo y deja de hacerlo dando pequeños besos por toda la extensión de mis dedos y la palma de mi mano.

—Acércate—dice y observo de reojo como su atención deja de estar en mi y ahora esta en los dos personajes que nos acompañan en la habitación—trae comida y nuevos vestidos.

No dice nada y desaparece el otro pone una de sus manos en su pecho y la otra en su espalda y se inclina.

—Vas a cuidarla y no te alejes de ella—no dice nada y camina hacia mi con las manos cruzadas por detrás de la espalda.

No se que me inquieta más. Que parezca que están observándome o sus reacciones casi caricaturizadas.

—Tengo cosas que hacer, se buena y no les causes problemas—se inclina para besar mis labios, muevo mi cabeza y sus fríos labios chocan con mi mejilla—Holly.

—Lárgate.

Suelta un suspiro y se aleja para observarme.

—Cuando regrese vamos a hablar largo y tendido Holly.

Sale de la habitación y me deja sola con ellos. Y digo ellos porque el otro aparece con lo que Arden a pedido como si no fuera nada. Deja la bandeja de comida junto a mí, me inclino hacia adelante y el que dejo la bandeja acomoda las almohadas para que pueda sentarme con tranquilidad. Observo la bandeja repleta de pastelitos y mantequilla así que decido atiborrarme la boca, pero el silencio y las—miradas—que están dándome me incomodan.

—¿Cómo se llaman?

Nada.

—Quiero dos listones.

Uno de ellos camina hacia uno de los cajones y rebusca un rato y me los tiende. Los tomo y hago una seña para que se acerquen.

—Tu eres Alerón y tú eres Polilla.

No dicen nada. El resto del día me dedico a dejar que Polilla lave mi cabello y me divierto molestando a Alerón con peticiones estúpidas que cumple con facilidad y casi como si estuviera encantado por hacerlo. Camino frotándome los brazos mientras observo los alrededores del lugar con ellos imitando mis pasos. El lugar esta rodeado por unan especie de maleza alta y espinosa que es fácil de observar por las extrañas dimensiones de todo aquí. Estoy por dejarme caer en la grama, pero Alerón tira de mi brazo y vuelve a llevarme adentro del lugar, voy a reclamar o a soltar un insulto, pero me quedo callada en cuanto observo como el muro de maleza se abre y entran filas de personas sin rostro Polilla cierra la puerta y me lleva al comedor, la mesa esta completamente repleta de delicias, pero estoy cansada de comer.

—Llévenme a la biblioteca.

No dicen nada. Se mantienen con los brazos cruzados tras la espalda.

—¿Por qué no hablan? ¿No pueden?

No obtengo ni un solo sonido. No se inmutan, no se mueven.

ARDENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora