Pasado

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El trayecto a casa transcurrió en absoluto silencio, de vez en cuando Daniel observaba a Sam de reojo con algo de preocupación. La casi adolescente de 12 años solía contarle su día mientras el pelinegro manejaba. Pero esta vez era diferente, la mente de Sam ni siquiera parecía estar ahí.

-La comida ya casi esta lista, ve a lavarte las manos – Daniel le sonrió – no tenemos mucho tiempo, debo volver al trabajo temprano – Sam asintió e hizo lo que su papá le pidió

De igual manera Sam en absoluto silencio, Daniel intentó hacerla hablar un poco.

- ¿Pasó algo en la escuela?

-Nada – respondió casi en un susurro

-Sabes que puedes confiar en mí y en tu padre

-Es solo que – respiro profundo – necesito preguntarles algo a los dos

-Le diré a Johnny que regrese temprano para que podamos conversar los tres juntos – Sam sonrió y continúo comiendo

[.]

Daniel revisaba algunos documentos mientras Sam hacía la tarea en una de las mesas del pequeño comedor dentro de la concesionaria. Luego de su cumpleaños número 6, el pelinegro por fin cumplió su sueño de tener un negocio propio junto a su socia y mejor amiga Gabriela, por otra parte, Johnny entró a trabajar como consultor en una de las empresas de Sid. Ellos tenían que pasar la mayor parte del día en sus respectivas labores, así que decidieron llevar a Samantha consigo hasta que tuviera buena edad para cuidarse sola. Los lunes, miércoles y viernes se queda al cuidado de Daniel. Martes y jueves acompañaba a Johnny.

Muchos creían que Sam se aburría de estar todo el día rodeada de adultos y sin recibir la atención de sus padres, pero estaban equivocados, Sam se sentía afortunada observando a sus padres, ella admiraba la inteligencia de sus papás. Johnny era el mejor encontrando fallos en papeles importantes salvando a Sid de demandas legales, con minucioso cuidado se encargaba de realizar contratos y revisar que todo estuviera en perfecto orden. Y Daniel era un excelente vendedor, él sabía elegir las palabras correctas para convencer a las personas de adquirir uno o más de sus vehículos. Samantha estaba orgullosa de ser su hija, esperaba algún día ser tan exitosa como ellos. Además, agradeció que se preocupan por darle la atención necesaria, a pesar de estar hundidos en montañas de informes, juntas y problemas, siempre hacían una pausa solo para estar con ella.

Es por eso que no sabía cómo plantearles sus preocupaciones y contarles el pequeño incidente en la escuela.

[.]

Gabriela se acercó a Daniel, desde que llegó lo noto algo nervioso, el pelinegro se distinguía por ser una persona relajada, así que verlo inquieto le indico que algo lo tenía mal.

- ¿Estás enfermo? Si lo deseas puedes ir a casa temprano yo me encargo de todo

-No es necesario, estar aquí me ayuda a distraerme

- ¿Pelaste con Johnny? – Daniel negó

-Llegó la hora de tener una plática con Sam – Gabriela le dio una taza de té – esta noche sabrá sobre su mamá

-Supongo que ya le gano la curiosidad

-Algo así, Susan nos citó en la escuela al medio día porque hubo un problema. Daniel le contó sobre lo que pasó

Daniel y Johnny se encontraron en el estacionamiento, ambos recibieron una llamada de la directora donde les pedía acudir de inmediato dejándolos preocupados.

- ¿Sabes algo? – preguntó Johnny

-Nada, me dijeron lo mismo que a ti

Susan los recibió en la entrada, su nerviosismo los intranquilizó más. La directora los saludo con un tono angustioso.

Las cosas raras del amor (LawRusso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora