Tuyo

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Daniel se observaba al espejo por tercera vez antes de salir en busca de Johnny. Una semana antes Laura le pidió a Johnny tener todo un día con Sam, era su única nieta así que hacia lo posible por pasar tiempo con la pequeña. Además, planeaba que, con las constantes visitas de Sam, Sid empezara a encariñarse con ella.

El pelinegro no desaprovecharía la oportunidad a Johnny para el solo y tratar de subir de nivel en su relación. Nueve meses siendo novios y Daniel estaba desesperado, no, más bien frustrado porque el ojiazul no intentaba ir más allá de besitos inocentes en la boca y eso que trató darle varias señales; desde las más sutiles hasta las más descaradas. Inició con besos más intensos, le siguieron caricias y otras cosas, Daniel era paciente o al menos eso pretendió por un tiempo.

El pelinegro se entusiasmó al recibir una llamada de Johnny donde lo invitaba a una tarde de películas pues Laura se llevaría a Samantha y la regresaría al otro día. Daniel se imaginó todo tipo de escenarios mientras conducía a casa del ojiazul, tenía una pizca de esperanza en por sin lograr algo con Johnny.

-Daniel – Johnny lo recibió con un suave abrazo – te extrañe

-Y yo a ti

-Las películas están sobre la mesa elige una y yo iré a la cocina para preparar las palomitas

-Claro

Una hora, una maldita hora desde que inició la tonta película y Johnny lo único que hizo fue pasar su brazo por el respaldo del sillón hasta tocar el hombro del pelinegro. La serenidad de Daniel se fue al demonio y de una subió al regazo de Johnny.

- ¿Qué haces? – quiso preguntar Johnny evadiendo los besos que Daniel quería darle – para – con algo de fuerza lo quitó de encima

-Pensé que ... olvídalo – Daniel comenzó a llorar, agarro sus llaves y se dirigió a la salida – no me vuelvas a llamar John Lawrence no te quiero volver a ver

-Espera – Johnny lo sujetó por las muñecas impidiéndole que se fuera - ¿Por qué lloras?

- ¿Todavía lo preguntas? – Daniel estalló en gritos – llevo meses intentando hacerlo contigo y solo me evades – bajo la mirada – quiero hacer el amor contigo Johnny, demostrarte cuanto te amo de esa manera, pero tu solo me rechazas – las lágrimas se deslizaban por sus mejillas - ¿No te parezco atractivo?

- ¿Qué no me pareces atractivo? Por favor ¿sabes cuánto tuve que aguantar para no comerte a besos?

-Pues no se nota

-Es solo que no quería que fuera algo cualquiera – suspiro – tu y yo ya hemos tenido experiencia en eso y si no fuera así obvio Sam no estaría aquí, pero sería nuestra primera vez juntos – Daniel se sintió avergonzado – esa es la razón por la que te rechazaba

[.]

Laura metió la mezcla del pastel al horno y le sonrió a Sam.

-En 45 minutos lo revisare – se limpió las manos – puedes ir a jugar yo te llamare para decorarlo

-Sí – Sam alzó sus bracitos para que Laura pudiera bajarla de la barra donde estaba sentada

-Recuerda no entrar al despacho de Sid, está trabajando y no le gusta que lo interrumpan

-Prometo ser cuidadosa

Samantha corrió directo a buscar su pelota, Daniel le estaba enseñando a jugar fútbol y a ella le gustaba practicar patear el balón, en una de estas patadas aplico fuerza demás y entró por el espacio de la puerta entreabierta del despacho de Sid. La pequeña mordió una de sus uñas preguntándose si era prudente entrar. Con pasitos cortos se acercó hasta aquella puerta blanca, escucho que el hombre hablaba por teléfono, tal vez podría entrar gateando y Sid no la notaria, así que sin pensarlo demasiado puso en marcha su plan. Tratando de hacer el menor ruido, para su fortuna Sid miraba hacia la ventana mientras le gritaba a la persona del otro lado del teléfono en un idioma que Sam no podía entender, busco con la mirada la pelota y al encontrarla se apresuró a tomarla. En ese momento Sid grito una palabra que a oídos de Samantha le pareció graciosa y una risita se le escapó, al darse cuenta se tapó la boca con su manita, pero ya era tarde, Sid la descubrió.

Las cosas raras del amor (LawRusso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora