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— Después de siete llamadas ¡Finalmente contestas, Christopher! Tengo localizado al hijo de los Fuduka, ¿Dónde quieres jugar con él?

— Ah, sí, sobre eso... No es momento para hablarlo —susurra. Seungmin saca su cabeza del pecho de Chan, preguntándole qué sucede.

— ¿Qué?

— Sí, bueno... Tengo a Seungmin conmigo y está un poco delicado, así que...

— No me vengas con eso. No hice traerlo para dejarlo solo. Ve con él, te doy una hora a lo mucho.

— Mañana temprano voy con él, ¿Sí?

— No lo dejemos para después. Dijiste que el omega ese está contigo, ¿Ah? —.

Chan aprieta aún más el teléfono contra su oreja para que el curioso Seungmin no escuché. Mientras que el omega se dedica a mirarlo con atención.

— Eh, sí, está conmigo. ¿Por qué? ¿Qué tratas de hacer?

— El patio de juegos será en la colina. Sabes dónde. Que el omega juegue un rato y nos soprenda —emite malicioso.

— No creo que quiera hacerlo. Ya te he dicho que está delicado.

Seungmin busca la mirada del alfa para pedir explicaciones, pero Chan le da largas y mira hacia la ventana.

— ¿Crees que me interesa, Christopher? Me pediste un favor y cumplí. Ahora tú cumple con el tuyo.

— Pero él... —. Y la llamada es colgada.

— ¿Qué sucede? —. Seungmin está algo calmado gracias a los casi cuarenta minutos dónde Chan lo sostuvo en su pecho y lo dejó desahogarse.

El alfa niega con la cabeza y atrae el cuerpo de Seungmin contra el suyo. Abrazándolo con tal fuerza que el omega siente no puede respirar correctamente. 

Seungmin no pone resistencia y se mantiene acurrucado en el pecho del mayor. De sus tiernos ojos aún salen lágrimas, y comienzan a dolerle las heridas físicas.

— ¿Crees que llegue a perdonarme? —. Susurra cuando el cuello ha comenzado a dolerle. Se endereza, pero no deja de tener contacto con su contrario.

Chan ni se la piensa para contestar.
— En algún momento, sí.

La camioneta se llena del aire del menor, gracias a un enorme suspiro. Cierra los ojos y echa la cabeza hacia atrás.

— Me siento muy mal. Pesado y al mismo tiempo ligero. Caliente pero frío. Respiro pero a la vez no. Tranquilo pero intranquilo. Siento que me duele todo y como renovado. ¿Te sentiste así la primera vez que asesinaste? —. Al terminar de cuestionar gira la cabeza y observa las delicadas facciones de Chan.

— No creo que lo hayas matado, Seung.

— ¿Te sentiste así? —insiste.

— Mmm, no lo recuerdo bien, estaba muy drogado. Y no sé si lo del día siguiente fue la resaca de matar o de la droga. Lo siento.

— ¿Por qué no crees que lo haya asesinado?

— Porque no tienes tanta sangre en la ropa, y para un primerizo...

Un poco de esperanza cimbró en el cuerpo de Seungmin.

— ¿Crees que no...? Quiero decir, no dejé de golpear su cabeza aún cuando ví un río de sangre deslizarse por la pared hasta llegar al suelo. Ni cuando lo vi dormirse. Sentí su viscoso cerebro, ¿En serio no crees que esté muerto?

Chan siente ardor en su cuero cabelludo al recrear la imagen en su mente y ponerse en el lugar de la víctima. De igual forma, se siente extrañado al escuchar la declaración de un crimen, pues por lo general sus empleados no suelen contarle a detalle lo que hicieron. 

— ¿Lo golpeaste contra una pared? Eso explica tus dedos magullados. Ten cuidado cuando lo hagas, procura siempre tomarles por el mechón de cabello frontal. Nunca lateral. O podrías lastimarte —. Seungmin se remueve incómodo en su lugar al escuchar el consejo.
— Lo siento, no quise incomo...

— ¿Crees que esté muerto? — Susurra, a la par de poner su mirada en un punto específico. Esto al mayor le enciende luces de precaución, pues es probable que Seungmin entre en otra difícil crisis, y el cansancio está comenzando a cobrarle factura.

Y no es que Chan vaya a dejar a Seungmin a su suerte sólo por irse a descansar, pero necesitando dormir es más probable que diga alguna estupidez que haga sentir mal al menor.

— Otro de mis mejores consejos es que esta noche no te tortures con la idea de si lo mataste o no. Por la mañana averiguaremos, ¿Bien?

— ¿Y qué si lo maté? ¿Iré a la cárcel? ¡Dioses! Lo que pensará mi mamá de mí. Nunca fui su favorito, y con esto menos.

— Seung, cariño, no irás a la cárcel. Te lo prometo. Y mamá... Tu mamá estará bien si le explicas lo que estaba pasando en ese momento, ¿Sí? No te dejes llevar por tus pensamientos, casi nunca dicen la verdad.

El omega le echa un ojo al alfa con esa mirada que dice "tu no sabes nada". Chan desvía la vista de nuevo y abre la puerta de la camioneta, dejando entrar una ráfaga de aire frío. Seungmin regresa al pecho del alfa, y este lo abraza.

— Vayamos a darte una ducha caliente, Seung. Tenemos que quitarte la sangre y relajarte. Tendrás que quedarte en la casa hasta que se logré despistar a los policías, ¿Estás bien con eso? —habla con dulzura.

— Estoy bien con estar contigo.

— Bien. Gracias. Vayamos, entonces.

Así pues, ambos masculinos salen de la camioneta para dirigirse a la casa. Dónde ni bien entran reciben miradas curiosas gracias a los manchones de sangre. El omega se siente intimidado, sin embargo el alfa hace todo lo que está en sus manos para protegerlo.

Al llegar a la ducha Chan despoja a Seungmin de toda ropa, dejándolo sólo en calzoncillos. Templa el agua que sale del grifo, ordena al omega sentarse en la fría porcelana, y procede a humedecer con lentitud y cariño su cuerpo.

El agua tibia se lleva la mayor parte de la sangre.

Coloca champú en sus palmas y estas masajean el cuero cabelludo del omega con delicadeza. Seungmin cierra los ojos e intenta llevarse por el placer y tranquilidad que le produce, sin pensar en Jeongin y su cabeza bizcosa.

Por supuesto que no lo logra, ya que se echa a llorar cuando cae en cuenta que si Jeongin está muerto, jamás podrá volverse a lavar el cuero cabelludo.

speed (chanmin/seungchan).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora