Capítulo cuarto.

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Aguas, q se habla de sangre y cosas de sicarios.

El omega observa la daga entre sus manos. Se siente débil y mareado, con tantas náuseas que no le dejan respirar.

Sube la mirada encontrándose con los ojos cafés de un masculino extranjero, el cuál habla una lengua que Seungmin en su vida había escuchado. El beta lo mira suplicándole.

— Hazlo —ordena Changbin, quién está a sus espaldas junto a un grupo de cinco hombres y el padre de Chan.

— No puedo. ¿Tiene familia? Dioses, no puedo —susurra.

— ¡Hazlo ya, jodido omega inservible! —grita uno de los hombres. Risas y carcajadas siguen su comentario.

Seungmin da un paso con decisión. Piensa que quizá si sólo lo deja mal herido los masculinos a su espalda se callarán.

Se gana gritos de celebración. Pero se detiene.

Se detiene al ver que el hombre se arrastra hacia atrás con miedo.

Su garganta se entrecierra gracias a un enorme nudo y gira el rostro hacia Changbin, a la par de susurrar lo imposible que le resulta. Changbin pone los ojos en blanco y se acerca a él, lo hace tirar la daga y lo lleva a una esquina oscura. Los masculinos se dedican a continuar golpeando al beta y gritar toda clase de cosas que les parecen graciosas.

— Traga esto y deja de hacerme perder el tiempo. No he dormido en unas cuarenta y ocho horas y estás atrasando mi llegada a descansar. Sólo mata al cabrón ese. Al fin y al cabo lo merece. —. Changbin le ofrece dos minúsculas pastillas. Seungmin las mira con el ceño fruncido.

— ¿Qué es?

— ¿Importa?

— ¿Moriré si las tomo?

— ¿Crees que soy tan estúpido como para matar al tipo al que Bang le hizo un trabajo? ¡Por favor! Además está nuestro jefe y quiere ver tu desempeño. Sólo... Sólo tómate las putas pastillas.

— ¿Bang me hizo qué? —. Changbin alza las cejas.

— Dioses. Ni siquiera lo sabías...

— ¿Qué cosa? —insiste.

— Toma las pastillas y te digo —. Changbin mira hacia dónde su jefe, y afortunadamente otro sicario lo tiene ocupado hablándole.

Seungmin cierra los ojos con fuerza al sentir lágrimas salir. Toma las pastillas, y aún sin ver, las traga.

Un sabor amargo explota en su boca, adormeciendola. Changbin sonríe de lado.

— Buen chico. Bang ha matado al hijo de los Fuduka por ti. Era tu primera misión pero Bang dijo que estabas muy cansado como para hacerlo —. Suspira.
— Yo realmente esperaba que tu primera vez fuese sin tanto público, siempre es incómodo matar cuando hay muchas almas en una habitación. Pero Bang nunca piensa mucho en el futuro y el jefe siempre es espontáneo, ¿Ah?

Una esperanza asoma en Seungmin.
— ¿O sea que Bang sabe estoy aquí?

— No lo creo.

— Entonces, ¿Cómo supo del hijo de Fuduka? No entiendo —. Changbin suspira exasperado.

— Somos una red, chico. Nos comunicamos todo. Sin embargo no creo que sepa estás aquí ya que Bang jodió tu primera misión, ¿Me explico? El jefe querrá a Bang lejos de ti cuando se trate de misiones, pues queda claro que en cualquier momento puede cambiarte el lugar y...

— Pero Bang es el jefe de sicarios, ¿Por qué no puede relevar a sus trabajadores? —cuestiona con las cejas juntas. Se siente energético y platicador, incluso hasta su humor ha mejorado, y definitivamente no mide las consecuencias de hacer tantas preguntas.

Changbin sonríe, las dilatadas pupilas del omega le han delatado cuán arriba está. Le parece impresionante lo rápido y con lo poco que Seungmin se ha drogado.

— ¿Bang jefe de sicarios? Si él lo dice... —se burla. Toma la mano de Seungmin para llevarlo de regreso, sin embargo el omega se aferra a su lugar.
— Haz tu trabajo. Anda.

— Pero dime por qué Bang no dice que se llama Chan. ¿Por qué todo es tan misterioso con él y en él? ¿Quién es? ¿Por qué es tan atractivo? ¿Qué tiene con Minho?—. Changbin soba su espalda y le da un par de palmaditas.

— No hagas más preguntas. Después hablarás con Bang y él te explicará todo.

— Una última pregunta, ¿Sí? —. Changbin suspira y asiente. Está impaciente.
— ¿Bang mató hoy?

— Yup. Con una daga como la que tienes —. Seungmin alza las cejas.

— Bueno, si él pudo...

— Sí, sí. Tú también puedes. Corre. Hazlo.

El omega se aleja con paso decidido, toma la daga del suelo, y se abalanza contra el masculino. Sólo que a un centímetro que la daga entre, se detiene; debido a el beta grita con todas sus fuerzas.

Seungmin se endereza y mira a Changbin con un puchero. El alfa pone los ojos en blanco, toma la daga, camina y con decisión entierra toda la extensión del objeto en el abdomen del masculino. El menor tapa sus labios, sorprendido y asustado.

— Si no lo asesinas ahora su muerte será lenta y dolorosa —advierte a la par de devolverle la daga al omega.

— Pero yo...

— ¡Hazlo de una puta vez! No es tan difícil —grita, asustando a todos.

— Lo siento tanto. Estarás bien —solloza una vez regresa a la altura del masculino. Él intenta zafarse y pedirle compasión.

Tapa los ojos del beta y reuniendo toda la fuerza de su brazo derecho le raja el cuello.

Cierra los ojos y los labios cuando el chorro de sangre sale a presión. La pequeña habitación se llena de quejas sobre lo asqueroso que es.

Seungmin avienta la daga lejos de él y se echa de espaldas a gimotear. Se siente sucio y maldito. Ni siquiera la droga puede subirle el ánimo, incluso lo hace mucho peor.

Abre los ojos cuando siente un par de brazos sujetarlo por la cintura y levantarlo. Changbin le felicita y da algo de apoyo emocional. El omega adentra su rostro en el cuello del más bajo, pero este último aleja al más alto al ver que su jefe les echa un vistazo.

— Salgamos de aquí. Limpiarán —. Seungmin asiente.

Observa sus tenis llenos de sangre mientras camina, cuestionándose dónde podrá lavarlos o si los usará diariamente así de sucios.

El olor de Chan se estampa en sus fosas nasales. Y pronto sus pulcros zapatos se hacen presentes frente a él.

Unos largos brazos lo rodean, brindándole calor y empatía. Seungmin no levanta la vista, se limita a dejarse abrazar y llorar en el cuello de Chan.

— Debo darte otro baño, ¿Ah? Te dije que los primerizos siempre se llenan de sangre —bromea, haciendo que Seungmin se entierre aún más en su cuello.

speed (chanmin/seungchan).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora