Capítulo 12

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—Luciana.

Abrí los ojos al escuchar mi nombre. Parpadeé confundida y soñolienta un par de veces hasta que logré enfocar la figura de Marcus, él estaba sentado a un lado de mi cama, supe que estaba soñando cuando observé sus ojos rojos. Los nervios se apoderaron de mí, hacía mucho tiempo que no soñaba con él.

—De nuevo tú —susurré como si el que estuviera frente a mí fuera otro Marcus; aunque en realidad lo era, el de mis sueños era vampiro y el de mi realidad no.

—Te dejé tranquila un buen tiempo —dijo subiendo sobre la cama.

Tomé las sábanas y las enredé sobre mi cuerpo; retrocedí un poco, pero no sirvió de nada, en segundos lo tenía sobre mí. No luché y él no se comportó brusco, me recostó suavemente sobre la cama. Me trataba con la mayor delicadeza del mundo y eso me gustaba bastante.

—No me temas —pidió en voz suave.

—No te temo —confesé—. ¿Por qué volviste?

—He extrañado tu sangre —respondió acariciando mi rostro.

—¿Por qué me hablas así? ¿Cómo puedes manipular mis sueños de esta manera? —exigí saber, me hallaba muy confundida.

Era demasiado extraño que él pudiera aparecerse así; estaba dudando seriamente de que esto fuera un sueño, y me orillaba más al hecho de que tal vez me estuviera volviendo loca.

Marcus no me respondió, lo único que hizo fue besarme; abrí mucho los ojos por la sorpresa. Sus manos fueron a mi cintura y después a mis piernas, subió la tela de mi camisón y las acarició sin mala intención, es como si solo quisiera sentirme, asegurarse de que estaba aquí; sin embargo, en mí sus caricias afectaban, mi respiración se aceleró, por ende, mi corazón latió de la misma manera, ningún hombre nunca me tocó así.

Me separé de sus labios segundos después en busca de oxígeno, pero Marcus no se alejaba de mí. Sus ojos se habían vuelto más rojos; por impulso llevé mis dedos a ellos, él los cerró, pasé mi pulgar por ellos, su piel era tan traslúcida. No sé qué fue lo que me impulso a besarlo, apreté mis labios contra sus ojos, sus mejillas y después sus labios. Marcus dejó su mano sobre mi garganta, presionando, pero sin causarme daño.


—Basta —aseveró separándose de mí. El tono de su voz había cambiado por completo.

—¿Por qué siento todo esto tan real?

—Pronto lo sabrás.

—Quiero saberlo ahora, Marcus —insistí sin el menor temor. Él negó.

—No puedo decírtelo, Luciana. —Lo mire aún más confundida.

—Por favor —supliqué. Necesitaba saber que estaba pasando.

—Necesito tu sangre —cambió el tema. Un escalofrío recorrió mi cuerpo.

—No Marcus, por favor dímelo de una vez por todas —me mantuve firme.

Apretó su agarre en mi garganta, obligándome a callar; me miró intensamente por unos segundos, deshizo su agarre y depositó un beso entre mis senos, lo contemplé nerviosa. Él supo que lo estaba, ya que hasta yo podía escuchar el golpeteó frenético de mi corazón. Hizo la tela de mi camisón a un lado, lo miré asombrada y también fascinada al ver como un par de colmillos aparecían entre sus labios. Sonrió y sin más clavó sus colmillos en uno de mis senos. Hice las manos un puño por las sensaciones que embargaban mi cuerpo, se sentía tan diferente; por alguna razón lo sentía más íntimo y yo misma me sorprendí de sentirme tan bien al alimentar a mi vampiro.

Mi vampiro. Repetí en mi mente.

Su rostro estaba lleno de satisfacción y placer; de nuevo agarré su cabello entre mis dedos y lo dejé beber de mí, dejé que se saciara de mi sangre, era increíble el estado de éxtasis al que me conducía cuando lo hacía.

—Marcus —pronuncié con mucho anhelo su nombre.

Se apartó débilmente; sus ojos ya no estaban rojos, sus labios sí lo estaban, cubiertos por la sangre que acababa de beber de mí, la limpió con su lengua y después me besó fugazmente.

—¿Por qué siempre te vas? —Indagué con un deje de tristeza en el tono de mi voz.

Era extraño que deseara quedarme con él; por alguna retorcida razón necesitaba que él fuera real, me conducía hacia un mundo oscuro que me agradaba.

—Por ahora es mejor así.

—Eres real, no estoy soñando —dije tratando de que me hablara con la verdad.

—Es un sueño, Luciana, y no tardas en despertar —se encargó de convencerme de ello.

—¡No! —Alcé la voz como si de esa manera pudiera detenerlo, mas no funcionó, todo se volvió borroso y desperté.

Llevé mi maño a mi pecho, respirando entrecortadamente; un pequeño gemido escapó de mis labios cuando toqué la piel de mi pecho donde Marcus me había mordido. Podía advertir aún un hormigueo en esa parte.

No, no estaba soñando, fue real.

Me puse de pie y salí, quería ver a Marcus, pero ni siquiera sabía cuál era su habitación; miré en todas las direcciones, pero no tenía la mínima idea de por cual pasillo ir.

—Luciana —mencionó mi nombre. Di la vuelta asustada al escuchar su voz—. ¿Qué haces fuera de la cama?

Lo observé; era el mismo Marcus, quise decirle lo que pensaba, pero me detuve. Él usaba una ropa diferente y su aire seductor no estaba ahí, solo en mis sueños, pensé decepcionada.

—Nada... yo... volveré a dormir —dije cabizbaja.

—¿Qué sucede? —Preguntó mirándome curioso.

—Nada, Marcus —respondí, él sonrió y no sabía por qué; es como si supiera algo que yo ignoraba.

—Ve a descansar.

—Sí.

De nuevo no sabía lo que me pasaba; me acerqué a él y deposité un tierno beso en la comisura de sus labios, él me miró asombrado por un momento y después besó mi frente.

—Buenas noches, mi Luciana.

Los capítulos son muy cortos, así que probablemente acabe rápido.

Enamórate de mí ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora