Capítulo 6

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Estaba recostada en mi habitación, no me había sentido del todo bien. Hace un rato acababa de llegar del paseo con Marcus, me acompañó a la puerta y yo me sentía con una autómata. Mi padre me preguntó qué me sucedía, pero me excusé diciendo que estaba cansada, ni siquiera cené nada.

Ahora me hallaba dándole vueltas a lo que sucedió hace un rato... ¿por qué seguía soñando así con Marcus? ¿Por qué seguía soñando que me mordía? Cerré los ojos tratando de dormir y dejar de pensar en eso, rogándole a Dios no tener más sueños similares.
Sin embargo, uno leves sonidos me pusieron alerta. Abrí los ojos parpadeando un poco, acostumbrando mi vista a la oscuridad para poder apreciar de donde provenía. Escuché los sonidos de nuevo, percatándome de que venían del balcón. Me puse de pie un poco temerosa y fui hacia él; abrí la cortina y asomé la cabeza mirando a Nicholas con una sonrisa.

—Entra —dije abriendo las puertas para cerrarlas en cuanto estuvo dentro. 

Él me rodeó con los brazos sin perder tiempo. Respondí a su abrazo respirando el aroma a limpio y a campo que desprendía su cuerpo.
Cerré los ojos y me abracé a él con más fuerza, apoyando la cabeza contra su pecho.

—¿Qué ocurre? —Preguntó al notar mi actitud.

—Te extraño, no quiero separarme de ti —dije en susurros, presintiendo que tarde o temprano iban a separarme de él.

—¿Qué sucedió? —Se separó de mí para poderme ver a la cara. Él me conocía a la perfección.

—Hoy salí de paseo con alguien... —comencé a decir.

—Lo sé —me interrumpió— Los vi irse en su carruaje.

—Nicholas... yo...

—Él es el hombre que tus padres quieren para ti —dijo seguro sin dejarme terminar de hablar. Suspiré con tristeza abrazándome a mí misma con los brazos.

—Sí —contesté con pesar. Él me tomó en sus brazos nuevamente y besó mi frente una y otra vez.

—Vámonos, Luciana —insistió de nuevo. Negué y lo miré a la cara.

—No lo sé.

—¿Piensas casarte con él? —abri mucho los ojos ante su pregunta y negué con la cabeza. El que lo dijera era simplemente ridículo.

—Por supuesto que no, nunca te haría algo así. Yo te amo —susurré tocándole la mejilla con la mano. Él dejó la suya sobre la mía.

—Entonces huye conmigo, seamos felices, Luciana. No puedo darte lujos, pero te prometo que nada te faltará —aseguró; sonreí y le di un beso en los labios suave y fugaz.

—Está bien —acepté sin dudar, podría ser ilusa, pero lo amaba. Él sonrió ampliamente y me cogió del rostro sin poder creer en mis palabras.

—Júramelo —pidió suplicante. Sonreí.

—Te lo juro.

Me besó suavemente, sus manos sujetaron mi cintura, aferrándose a ella, a mí, como si de alguna manera yo estuviera tratando de escapar y él lo quisiera impedir. Lo que por supuesto no haría.

—¿Cuándo? —preguntó entre besos.

—Dame un poco de tiempo —dije. Asintió despacio y besó mi frente.

—Mientras tanto iré preparando todo —me hizo saber emocionado.

—¿Y adónde vamos a ir? —Le pregunté curiosa. Depositó un beso en el dorso de mi mano y luego respondió:

—Lejos de aquí.

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—¿Qué tal tu paseo ayer, hija? —Preguntó mi padre mientras desayunabamos.

Enamórate de mí ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora