Estaba caminando de un lado a otro en la habitación, estaba nerviosa y no sabía cuánto tiempo había pasado, quería ver a Marcus, pero él se demoraba demasiado o al menos así lo sentí. Mis dedos jugueteaban entre ellos, mi mirada iba de la puerta al suelo, la ansiedad me carcomía y no lograba sentirme tranquila hasta que la puerta se abrió y Marcus apareció tras ella. Se le veía molesto, su semblante no era el mejor, sin embargo, al verme, su mirada se suavizó bastante.
—Marcus —dije yendo hacia él, por impulso lo abracé. Él pareció sorprendido, pero también rodeó mi cuerpo con sus brazos—. ¿Estás bien? —Pregunte separándome un poco de él.
—¿Por qué no habría de estarlo? —Replicó confundido.
—Esos hombres quieren hacerte daño —susurré.
—¿Cómo has llegado a esa conclusión? —Indagó sorprendido.
—Es fácil adivinarlo al ver las miradas de odio que tenían en sus ojos, ¿por qué quieren dañarte? —Él suspiró y acarició mi mejilla con suma ternura.
—Ellos nunca han podido herirme, soy más fuerte y más astuto, pero ahora tengo una debilidad. —Arrugué el entrecejo.
—¿Cuál debilidad? —Cuestioné. Me miró fijamente.
—Tú —simplificó.
—Yo —repetí como una tonta.
—Ven en ti una forma para hacerme daño, saben que tengo sentimientos hacia ti y que por eso te hice mi esposa.
—Buscarán lastimarme —comenté.
—Nadie va a lastimarte —aseveró seguro y sin saber por qué creí en él.
—Marcus yo...
—Deja de pensar en eso, vamos al jardín —sugirió, asentí y entrelazamos nuestras manos y salimos de la habitación.
Me emocioné aun más al llegar al jardín que por ese momento olvidé lo ocurrido; era una extensión inmensa de pasto verde recién cortado, arbustos con flores rojizas, rosales, arboles altos, de ramas gruesas y tupidas, hasta había un pequeño lago que daba exactamente hacia la puesta de sol.
—Esté lugar es de ensueño —susurré sin dejar de sonreír.
Marcus me abrazó por detrás, depositó un beso en mi mejilla, cubrí con mis manos las suyas. Me sentía muy feliz, tranquila, no sabía que podía serlo de una manera tan fácil, pero Marcus ayudaba bastante con su actitud y aunque quizá sonaba mal, no podía hacer nada para evitarlo. Tomé un largo respiro, ignoraba que me estaba sucediendo.
—Entremos, ya es tarde —dijo, asentí.
Sinceramente tenía un poco de sueño, estaba cansada por el viaje y quería descansar. Entramos y nos dirigimos sin prisa a nuestra habitación, al entrar Marcus me atrajo hacia su cuerpo y besó mis labios; pasé mis brazos por su cuello mientras él bajaba el cierre de mi vestido.
Me desnudó y yo le correspondí haciendo lo mismo. Me recostó sobre la cama y nos cubrió con las sábanas; sentía frio a pesar de que la chimenea de la habitación estaba encendida y una causa de ello era la piel de Marcus rozando la mía, estaba helado y provocaba escalofríos en mi cuerpo. Mas ayudó a no pensar en eso cuando me tocaba, sus caricias eran suaves, delicadas, me besaba despacio. Mis senos eran acariciados por sus dedos y boca, su miembro rozaba mi sexo desnudo. Mi pelvis se movía contra la suya, el calor comenzó a pronunciarse en cada parte de mi cuerpo, mi corazón latió frenético y mi respiración se agitó de la misma manera.
Cuando él me penetró despacio, solo pude experimentar placer, besaba mis labios mientras se movía sobre mi cuerpo; pequeños suspiros escapaban de mi boca, me sentía tan bien entre sus brazos. Cerré mis ojos y abracé a Marcus, él enterró su cabeza en mi cuello, momentos después un grito escapó de mi garganta cuando sentí que me mordía.
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Enamórate de mí ©
VampiroLuciana había encontrado al que pensó sería el hombre con el que pasaría el resto de su vida. Sin embargo, sus padres no piensan de la misma manera, y con la llegada de un extraño hombre misterioso al pueblo su vida se complica aún más y se ve siend...