Capítulo 18

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De la mano de Marcus caminaba por el jardín hacia el lago, tendríamos un picnic por petición mía. Él accedió sin ningún problema, además, aprovechábamos que el día de hoy había salido el sol y el frío no era tan fuerte. Mi esposo llevaba en su mano una canasta que contenía la comida y un mantel. No me dejaba ayudarle con nada, aunque mi brazo ya se hallara mejor, pues transcurrió una semana desde lo sucedido con los vampiros, un suceso que no me apetecía recordar.

—¿Aquí te parece bien?

Estábamos debajo de un gran árbol; moví mi cabeza de aquí y allá, luego asentí. Marcus soltó mi mano y comenzó a sacar las cosas, le ayudé a poner el mantel sobre el césped, al terminar nos sentamos sobre él.

—Toma. —Me tendió una copa con vino que acepté.

—Gracias —susurré. Di un sorbo y palpé el sabor en mi lengua. Luego sacó de la canasta un par de emparedados y me entregó uno—. Marcus —lo llamé mientras comíamos.

—¿Sí?

—¿Me hablarías sobre ti? —Inquirí.

—¿Qué quieres saber? —Repuso serio. Lo sospesé un segundo.

—¿Qué edad tienes? —Fue lo primero que se me ocurrió.

—Veintisiete —respondió enseguida.

—¿Y cómo vampiro? —Indagué titubeante. Él esbozó una media sonrisa y bebió un poco más de vino.

—Demasiado tiempo —comentó.

—¿Un siglo? —Traté de adivinar. Él desplegó sus labios en una sonrisa encantadora, se veía tan lindo.

—Más de cien siglos —susurró. Mi boca se abrió y cerró un par de veces sin que pudiera articular palabra alguna por unos segundos.

—No es verdad —articulé asombrada—. Eres demasiado viejo.

—Lo soy —aceptó mirándome divertido al ver mi expresión.

—Y en todo este tiempo, ¿no tuviste a alguien contigo? ¿Familia, esposa? —Negó.

—Mis padres murieron hace mucho y no tengo hermanos. Nunca estuve casado, he tenido muchas mujeres, no te lo negaré —saber eso no me agrado mucho—, pero solo eran aventuras de una noche, nunca me había interesado compartir mi eternidad con alguien.

—¿Por qué yo? —Pregunté por primera vez.

—No lo sé, me enamoré de ti desde la primera vez que te vi.

—En el baile —musité, él volvió a negar.

—Llevo observándote durante dos años —confesó. Eso no me lo esperaba.

—¿Qué? —Susurré estupefacta. Efectuó una mueca mirándome un tanto avergonzado.

—Te encontré y desde que te vi en ese prado supe que eras tú. Eras muy joven, esperaba que cumplieras los dieciocho, pero no soportaba verte con Nicholas.

—Marcus... no puedo creerlo —declaré cohibida.

Jamás hubiera imaginado que él hubiera estado tanto tiempo detrás de mí.

—Llevas planeando esto desde hace mucho.

—Sí y no me arrepiento en lo absoluto, Luciana —aseveró. Busqué sus ojos grises, ellos brillaban, tal vez por la luz, parecían una piscina de líquido gris; me quedé un momento en silencio digiriendo sus palabras. Tal vez mi destino siempre estuvo atado a él y no a Nicholas... tal vez.

—¿Estás molesta?

—No, más bien, sorprendida —me sinceré.

—Entiendo —murmuró con la vista fija en el lago.

Enamórate de mí ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora