Capítulo 17

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—Corra —susurró.

Lo hice sin rechistar no sin antes ver a Henry posicionarse al lado de Anna. Ambos corrieron hacia los vampiros a una velocidad sorprendente que de un momento a otro me fue difícil seguirles con la mirada. Me apresuré a ir dentro, subí las escaleras lo más rápido que me permitían mis piernas; odiaba usar vestidos.

En cuanto llegué a la planta alta entré en una habitación al final del pasillo la cual estaba vacía; fui hacia una puerta que se trataba de un closet, me encerré en él mientras pedía con todas mis fuerzas que Anna y Henry estuvieran bien, debía ser sincera, tenía miedo. Aunque, mejor dicho, me hallaba aterrada. Ellos venían por mí para dañar a Marcus.

Marcus.

Cerré mis ojos deseando que él estuviera aquí.

De pronto, oí la puerta abrirse, contuve el aliento rogando que fuera Anna, pero mis plegarias no fueron escuchadas. Bruscamente un hombre abrió mi puerta, grité por la sorpresa que me causó ver su rostro pálido y asesino. Quise correr, pero me sujetó firmemente con suma facilidad y cubrió mi boca; forcejeé inútilmente con él para que me soltara. Mordí su mano, él soltó una maldición y tiró fuerte de mi cabello.

—Veamos qué cara pone tu esposo cuando llegue y te encuentre muerta —dijo en tono irascible.

—¡Suéltame!

Jaló bruscamente mi cabello hacia atrás y clavó sus colmillos en mi cuello de una forma bestial y ruda, me dolía, dolía mucho. Él movía su boca enterrando más sus colmillos en mi garganta. Sentía como si me estuvieran desgarrándola, el vampiro apretó mi cintura y yo lo rasguñé y golpeé ganándome un fuerte golpe en mi brazo izquierdo. Puedo jurar que escuché los huesos siendo rotos.

—¡Ah! —Grité de dolor.

Mis ojos se inundaron con lágrimas. Iba a morir, lo sentía. Mi corazón latía cada vez más lento y estaba perdiendo mis fuerzas.

No obstante, un estruendo hizo que abriera mis parpados súbitamente. Anna apareció tras la puerta, su vestido blanco estaba cubierto de sangre, vio al vampiro y se fue contra de él sin dudar. Él me soltó y caí al suelo gimiendo de dolor. El brazo me dolía demasiado.

Aprecié fuertes ruidos y golpes secos, pero me negué a mirar, si mataba a Anna después vendría por mí y era mejor no ver. Pasados unos segundos los sonidos dejaron de oírse, solo leves pisadas contra el suelo.

Me sobresalté al sentir unos brazos que me sostuvieron, abrí mis ojos con miedo y el alivio llegó a mi cuerpo al ver a Henry que lucía preocupado y furioso.

—Me duele el brazo —dije.

—No se preocupe, estará bien —respondió seguro.

—Vladek se pondrá furioso cuando regrese —comentó la voz de Anna.

—Lo sé, al menos acabamos con ellos.

—Con él no —señaló con su mano, miré al suelo. El vampiro que me había mordido yacía en él.

—¿Esta muerto? —Logré articular con miedo.

—No lo está, pero no va a dañarla más. Vladek se encargará de acabar con él.

Asentí y aferré mi mano al pecho de Henry.

—Tengo frio.

—La llevaré a su habitación, Anna encárgate de él.

Escuché que Henry dijo algo más, pero ya no pude permanecer despierta.

Marcus.

Fue lo único en lo que pensé antes de cerrar los ojos.

[***]

El roce de unos dedos sobre mi mejilla me despertó

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El roce de unos dedos sobre mi mejilla me despertó. Mis parpados se movieron deprisa, enfoqué mi mirada que seguro lucía asustada, ya que a mi mente llegó la imagen del vampiro que casi me mata.

—Soy yo, tranquila —me calmó Marcus. Lo observé. Se hallaba con sus ropas ropas cubiertas de sangre; temblé.

—¿Qué te sucedió? —Frunció el ceño.

—Nada, ¿cómo estás?

Toqué mi brazo, tenía un vendaje; aún dolía, pero no tanto, mi cuello no tenía marca alguna.

—Débil... y asustada —dije sinceramente.

—Perdóname por dejarte sola, estaba tan furioso que decidí alejarme de ti por unas horas, esa fue la razón por la que me fui y no sabes lo arrepentido que estoy —musitó.

Sus ojos lucían culpables y yo no quería que se sintiera así, cada día que pasaba, me preocupaba más por él, y odiaba el hecho de saber que sufría por culpa mía.

—Me creí morir al verte así de herida —susurró tomándome de la mano. Su toque frio me tranquilizó.

—Estoy bien, Anna me salvó —murmuré tratando de tranquilizarlo.

—Debí ser yo, perdóname.

—No, Marcus, no tengo nada que perdonarte —insistí, dedicándole una leve sonrisa, pese al dolor y lo aturdida que aún me encontraba.

—Odio que te haya lastimado —dijo poniéndose de pie irradiando ira por cada parte de su cuerpo—. Acabé con él —señaló.

—¿Por esa razón Anna no lo mató? —Asintió.

—Ella sabía que querría hacerlo yo.

—Marcus... no.

Subió a la cama y sujetó mi rostro entre sus manos.

—Si algo te sucediera —respiró profundamente—. Yo no puedo perderte. Eres mi vida entera, Luciana. Te amo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas al escucharlo. Marcus de verdad me amaba y yo estaba segura que nunca me alejaría de él.

—Nunca me perderás, soy tu esposa y siempre estaré a tu lado —musité lo más sincera posible. Quería que él creyera en mis palabras.

Sonrió, besó mis labios mientras limpiaba con sus manos todo rastro de agua salada que derramé.

—Debes descansar —puntualizó incorporándose de nuevo.

Lo miré asustada, no quería que se fuera, me aterraba quedarme sola a pesar de que ya no corría peligro alguno.

—No te vayas —pedí, cogí su mano.

—Sólo me daré un baño —explicó.

—¿Puedo hacerlo contigo? —Indagué. Mostró una suave sonrisa, esa encantadora que me gustaba ver.

—De acuerdo, sólo con cuidado —dijo cauto, moví la cabeza en gesto afirmativo.

Ambos entramos al baño, nos desnudamos sin prisa y juntos entramos a la ducha. Él se encargó de lavar mi cuerpo con cuidado, también me ayudó a vestirme cuando finalizamos. Después fuimos a la cama, ahora estábamos recostados sobre ella.

Me sentía tranquila y pude dormir plácidamente sintiéndome protegida y amada entre los brazos de mi vampiro.

Los capítulos son muy cortos y la narrativa es casi nula, me disculpo, de verdad, es la tercera novela que subí a wattpad y apenas comenzaba. Algún día espero editarla bien más allá de la ortografía. Besos.

Enamórate de mí ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora