↦[04]↤

753 90 1
                                    


No importaba qué tanto aire llevara a sus pulmones, Jiang Cheng se sentía asfixiado y sofocado, no recordaba que el ambiente de los Túmulos Funerarios lo hiciera sentir de esa manera la última vez que ingresó, que casualmente, también había sido la última vez que visitó a su hermano por voluntad propia.

Lástima que aquella vez solo terminó en una pelea, un resultado a medio definir y heridas en ambas personas involucradas.

No pasó mucho tiempo después para que el Jiang se diera cuenta del hecho de que Wei WuXian se encontraba saliendo de los Túmulos Funerarios; para su fortuna, no demoraron mucho en salir completamente del lugar.

Claro, antes de que estuvieran fuera por completo, la señorita Tie le entregó un pequeño saco lleno de diferentes monedas y cantidades de oro y plata.

A-Ying, cuídate mucho. —Le suplicó la doncella con los ojos brillando a causa de las lágrimas no derramadas. Wei Ying sonrió con calidez debido a la preocupación de la mujer de energía resentida, había pasado bastante tiempo desde que alguien se había preocupado por él sin tener que involucrar a sus padres. —Lo haré.

Después de la breve despedida, el nigromante caminó con dirección al pequeño pueblo que se encontraba al pie de los Túmulos, Yiling.

Para ese momento, la apariencia del nigromante no era del todo agradable, por no mencionar que su olor tampoco era el mejor; el olor putrefacto de los cadáveres y demás seres en descomposición se había pegado a él arraigándose casi a sus huesos también.

Afortunadamente la posada no se encontraba demasiado lejos y no tuvo que llevar el hedor por mucho tiempo más.

En ese momento todo volvió a avanzar con rapidez, sin embargo, Jiang Cheng pudo distinguir las miradas de asco y confusión que le dieron al mayor. Entonces había recibido esas miradas desde un tiempo atrás antes de convertirse en el infame Yiling Laozu.

Por lo visto, su hermano había tenido tiempo para acostumbrarse a esas miradas.

Cuando todo volvió a correr con normalidad, se dio cuenta del hecho de que no había prestado atención en todo lo que había hecho el nigromante durante ese corto lapso de unas semanas aunque tampoco parecía ser muy importante.

Ahora se encontraban en la oficina de supervisión en la que se habían encontrado. El joven líder Jiang llevó sus manos a su pecho, específicamente a donde residía un núcleo dorado que no era el suyo.

Wei WuXian estaba de pie sobre el tejado de la oficina de supervisión en donde se ocultaban las tres peores personas que jamás pudieron haber existido; Wen Chao, Wang LingJao y Wen ZhuLiu, el trío del circo.

El sonido de la flauta fantasmal era lo más predominante en medio de la oscura noche, al principio los guardias tenían la intención de deshacerse de tal ruido molesto, lástima para ellos que murieron repentinamente sin poder hacer algo al respecto.

De repente, la vista del Jiang se volvió borrosa y parecía dar vueltas. Los sonidos, los gritos y la flauta empezaron a alejarse.

Creyó que finalmente volvería a despertar en medio de su habitación sellada con talismanes de silencio, de vuelta en medio de un Lotus Pier solitario y tranquilo, en medio de un mundo en el que ya no se podía encontrar ni un solo rastro de la presencia de su hermano.

Era un mundo que en el que ni Wei WuXian ni Lan WangJi se encontraban ya, un panorama en el que lo único que dejaron atrás fueron personas llenas de sentimientos complicados y tres niños sorprendentemente similares a ellos.

Era cierto, no todo lo que le esperaba afuera era triste, él aún tenía a sus cuatro adorables sobrinos, cuatro niños de los que cuidar y ver crecer. También tenía a su hermana, su querida hermana que lloraría en cuanto se enterara de todo lo que había tenido que pasar el nigromante.

𝘛𝘩𝘦 𝘔𝘦𝘮𝘰𝘳𝘪𝘦𝘴 𝘖𝘧 𝘠𝘪𝘭𝘪𝘯𝘨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora