1: Collar

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Si alguien preguntase a aquellos que trabajaban con Jiang Cheng en la empresa de su padre que pensaban de él, y siempre que su jefe no estuviera lo suficientemente cerca, lo tendrían claro a la hora de responder. Un joven terco, mordaz, consentido, quisquilloso y respondón. Un tipo en sus treinta que era seguro que fuese virgen, porque si no se aguanta ni el mismo, como para que encuentre pareja, un perro soltero amargado de manual. Y lo peor de todo, no pasa ni el más mínimo error, y no duda en echártelo en cara en cuanto tiene la oportunidad. Olvida una sola cifra, un solo detalle y lo tienes persiguiéndote y ladrándote, como un perro guardián mosqueado.

En resumen, un perfeccionista intransigente con una actitud de mierda. El tipo de persona con la que nadie quiere trabajar y que si no fuera hijo de quien es, no tendría futuro alguno en la empresa. A pesar de que lo acusen de perro soltero intratable, Jiang Cheng pasa sus días sin preocupaciones al respecto.

¿Pareja? ¿Para qué quiere una? Tiene tantos juguetes a su disposición como agenda libre. Liberar el estrés a polvos no es un problema.

¿Dinero? El sueldo de la empresa de su padre le da para vivir sin problemas, pero no para cumplir todas sus aspiraciones. Sino ¿A santo de qué se asocia con su hermano para abrir un negocio?

¿Aficiones? Oh... más de una. Pero nadie necesita saberlas. Mejor que sigan pensando que es un sádico amargado, que no sabe divertirse sino torturando al resto de departamentos con las cifras. Y en algo no se equivocan, algo sádico sí que es, pero eso es sólo una pequeña parte de la diversión.

¿Problemas de exceso de control? Por supuesto que no, sólo hace lo que consta en su contrato, por eso le pagan tan bien. ¿Falta del mismo? Todavía no ha sacado a Zidian para golpear a cada uno de los idiotas con los que tiene que tratar a diario. Y por falta de ganas no es. Pero sería una molestia si alguien acabase por venir a por más.

¿Adicto al trabajo? No especialmente, si alguna vez se queda a hacer horas extras, es porque algún idiota ha metido la pata hasta el fondo y hay que arreglarlo, o porque su padre llega con un papel urgente en el último momento. No desprecia su trabajo, pero le gusta tener vida fuera de él. Nunca sería un adicto al trabajo, salvo a su segundo trabajo. Ese si le gusta. Es el único motivo por el que realmente decidió ayudar a WuXian con su negocio de mierda, le resulta entretenido.


Como precisamente pasaba ese día. Jueves por la tarde, y WuXian ya está atendiendo una sesión privada. Esa semana la caja prometía. Y eso que normalmente el trajín real eran los fines de semana. Es curioso, casi nadie busca condones ni consoladores un martes por la mañana, pero más de un viernes a las 10 casi tiene que echar a los clientes para poder echar la persiana. Si, los fines de semana eran bastante lucrativos. Y una de sus mejores inversiones, la expendedora de preservativos cuando está la tienda cerrada. Todos los días tenía que reponerla hasta los topes al llegar, mientras la gente todavía se pensaba si salía de la cama, o echaba un rapidito mañanero.

Hace tiempo que WuXian le había pedido que cerrasen la tienda al público por las mañanas y se dedicasen únicamente a los pedidos online, pero por lo visto, a los repartidores y los proveedores les gustaba madrugar, así que alguien tenía que estar, muy a su pesar, mientras igualmente preparaba los pedidos online. Si, si, nadie quiere entrar en un sex shop, pero si te envían a casa tu consolador en una caja de cartón sin marcas, de las discretas, te compran los de tamaño XXXL. ¡Qué demonios! Esos que seguía pensando que servían sólo de decoración, porque no podían meterse ni usando lubricante por garrafas.

Sin embargo, las sesiones privadas de Pole Dance y striptease, las tenían que poner con cita previa. Hacía casi tres meses que tenían a dos chicas contratadas para cubrir las despedidas de soltero y que usaban el contacto de otros profesionales para cubrir los huecos que ellos no podían. Todo dentro del margen de la más absoluta legalidad. Si un cliente trataba de propasarse, se le vetaba de inmediato. En todos los años que llevaban en activo habían tenido que añadir una buena serie de cláusulas a sus contratos para evitar a los clientes que se pasaban de listos, o que contrataban los servicios con una segunda y tercera intención.

La caricia de ZidianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora