16: Sobrecarga

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Jiang Cheng nunca antes había odiado un viernes en su vida. Para todo hay una primera vez, eso está claro.

Efectivamente, tuvo que entrar al aparcamiento pitando para evitar arrollar a algún periodista y luego entrar por el garaje con el casco puesto, con el problema que le costó que le reconociesen los de seguridad. Nada que no pudiese solucionar a grito pelado, como casi todo últimamente. El problema fue que los periodistas se dieron cuenta antes y casi tuvo que amenazar a los de seguridad para que le abrieran la puerta. Salir no iba a ser nada fácil después. Ya se conocían su casco y su moto. Odiaba tener que abrir el edificio, y más todavía tener que esperar a la recepcionista con la llave echada. Aquello obligó a seguridad a tener que quedarse en la puerta y abrir y cerrar con llave a cualquier empleado. Nada de visitas no avisadas por hoy. Tal vez lo único decente. La certeza de que ningún Wen entraría por la puerta a joderle el día al menos.

El e-mail de XiChen con la información que necesitaba le llegó a primera hora de la mañana. Que XiChen pareciese caerse de la cama a diario tenía sus ventajas. La primera de ellas, que tuvo una llamada con él, café en mano. Un poco más larga e íntima de lo que debería, pero oír su voz a primera hora era un incentivo para aguantar el resto del día. No estaba el 100% de la información, seguía trabajando en ello, pero podrían abrir la contrademanda por injurias e ir a los tribunales con las pruebas, si la demanda inicial no se retiraba. Le agradeció por ello y XiChen le pidió que volviesen a cenar juntos otro día, cuando las cosas se calmaran. Pasaría un tiempo antes de eso... Pero igualmente aceptó. No quería admitirlo, pero tenía ganas de verle. Y puede que de algo más.

Se encargó de hacer un par de copias de seguridad de los archivos y preparar copias en papel para los abogados. La secretaria llego un rato después. Le pidió que se reuniese con él cuando los abogados se marchasen y que organizase una reunión de personal por departamentos para media mañana. Acabaría reuniéndose con todos y convocaría una reunión general para el lunes. A excepción de la recepcionista, la pobre ya tendría bastante con lo que lidiar las próximas semanas. Tenía mucho que preparar, pero tendría que enfrentar los problemas uno tras otro.

Los abogados le confirmaron que con aquellas pruebas podía presentar una demanda por falsas acusaciones y la apertura de una investigación formal. Y en aquel momento, aquello no suponía poco. Si, probablemente el litigio durase meses, más con una investigación formal de por medio. Pero devolver el golpe en aquel momento, era necesario para la reputación de la empresa. Sus propios abogados se encargarían de dar un comunicado formal a la prensa para anunciar el recurso, una vez presentado, y sin dar detalles. Y así sabrían todos a qué atenerse. Con la prensa nunca convenía hablar de más.

Yinzhu, actualmente su secretaria, entró a su despacho con una taza de café para él. No iba a rechazarlo. Demasiadas cosas que hacer hoy. La lista de tareas que tenía para ella no era pequeña. Estaba casi seguro de que la mujer se arrepintió de inmediato de su cortesía con cafeína. Era consciente de que le había dejado trabajo para toda la semana siguiente. Por eso especificó que la entrega fuese cuando estuviese listo, sin definir más. No fue así con otras tareas. Las fechas límites de lunes o martes a más tardar, hicieron que su expresión se crispase.

Eso sí, le dio permiso para mangonear a los otros departamentos para que le pasasen los datos a los que no tuviese acceso, o que ellos tuviesen ya estructurados y filtrados. Por supuesto, tenía orden de rechazar a la prensa y evitar cualquier reunión no esencial durante los próximos días. Lo mismo para las llamadas. Sólo quería que le pasase las indispensables. Eso no significaba que se desentendiese por completo de las llamadas indeseadas. Quería un listado completo de las llamadas, horas, teléfonos y asuntos, al final del día. Se encargaría de avisarle de los cambios.

Y por supuesto, el orden de las convocatorias a los distintos departamentos y empleados. Él ya se había encargado de notificarles las reuniones por correo, pero sabía que algunos necesitarían un recordatorio. Sobre todo, los que tratarían de escaquearse bestialmente del asunto. Jiang Cheng ya lo sabía. La reunión que más problemas le iba a dar iba a ser con el departamento comercial. Iban a ser los más reacios a los cambios, y había varios de ellos con los que nunca había tenido buena relación. Sabía bien que la mayoría le veían como "el niño mimado de sus papás"... si ellos supieran...

La caricia de ZidianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora